Por Orlando Balbás.
En un acto esperado, de acusaciones, descalificaciones, quejas, las continuas e incansables tretas mediáticas, consideradas de gran poder en la actual lucha política de un país polarizado entre defensores del capitalismo y los pro-socialistas se fragua la gran estrategia opositora para destrozar el liderazgo del gran timonel de la revolución socialista y bolivariana, el Presidente Hugo Rafael Chávez Frías.
El primer plano de fijación del fascismo contrarrevolucionario es la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Sus objetivos están ubicados en crear dentro de estas, descontento y división en la oficialidad y de allí originar una situación parecida a la del año 2002 cuando en el mes de abril, utilizando los medios de comunicación privados, gestaron el derrocamiento del Presidente Chávez por cuarenta y ocho horas en un golpe de estado apoyado por la CIA.
La segunda pieza del tablero se mueve en función de desprestigiar a la economía venezolana y su capacidad productiva, en esta nación en revolución. Dentro de ello, se centra como principal renglón, la Industria Petrolera. Aquí utilizan el argumento de mala calidad, malos negocios, baja productividad y manejo ineficiente. Siempre subyace la intencionalidad de negar la capacidad de los venezolanos por si solos para manejar su propia empresa, sin tutelaje de potencias extranjeras, como lo hacían los Estados Unidos en los gobiernos cuarto republicanos.
Pero aunque estos dos factores sean en estos momentos, su principal bastión de desestabilización y conspiración abierta, mantienen un ritmo de manejo psicológico social por sus televisoras y cadenas radiales, a una velocidad incalculable las veinticuatro horas del día vociferando rabiosamente y asegurando la existencia de un “régimen” dictatorial en Venezuela. Es indudablemente, la continuidad de su plan, que fracasó en el golpe de estado y el sabotaje económico que no doblegó las bases sociales de apoyo al comandante Chávez y que mantuvo durante más de dos meses al pueblo de Venezuela sin los insumos que diariamente utiliza.
Para el oposicionismo que padece de disociación Psicótica, todos los males se resumen en la persona del Comandante Chávez y apenas el Presidente habla, ya tienen tensión alta y a punto de infarto. Sus nuevas tácticas se dirigen a las masas populares, con el lenguaje del descontento y fuera de sus cabales, en una percepción equivocada de la ignorancia como característica de las mayorías. Tiene la derecha golpista, una resistencia a la nueva realidad de nuestro país. El gobierno de Chávez se mantiene, porque internamente cuenta con el apoyo de un gran sector de la sociedad, que se siente tomado en cuenta. Pero a su vez, hay un pueblo que se informa, discurre entre la verdad y la mentira, está leyendo, se hace un criterio sobre los momentos coyunturales sobre este proceso de cambios.
Por esas razones, los conjurados contra Chávez, frustrados golpistas con representación en la Asamblea Nacional, se desesperan en la disyuntiva de aclamar a las mayorías para defender la democracia pero con el miedo de aupar la democracia popular y su poder. Esta razón, lleva a preguntarse a la oposición: qué diremos ¿qué viva la Democracia o qué muera la Democracia?
Imagem: aporrea.org