Cronopiando por Koldo Campos Sagaseta.
(Português/Español).
Dias atrás escrevia sobre a diferença entre sonhar e se iludir. Dizia que, para sonhar, eu fecho os olhos e que para me iludir, os abro… e fecho todos os outros sentidos prescindindo até desse que chamam bom senso e assim ficar a sós com meus olhos e sem que nenhum outro sentido os distraia da ilusão, do riso espontâneo de um momento feliz, do alvoroço de um lampejo fugaz.
Os sonhos, porém, sempre têm um longo percurso e precisam de todos os sentidos, até dos olhos, quando atinam a ver através da memória e são capazes de escrutar, inclusive, as ausências.
E até me atrevi a citar três exemplos: Um sonho seria a república; uma ilusão seria que um abençoado elefante socasse seu caçador com a tromba. Um sonho seria a democracia; uma ilusão seria que, finalmente, nos descobrissem os extraterrestres e invadissem o planeta. Um sonho seria a independência; uma ilusão seria que num envelope, grande e livre, não ficasse impune vintém a ser roubado.
Bom, acrescentarei outro exemplo: Um sonho seria que a eleição de um novo papa supusesse a eleição de um novo papa. Mas acontece que não, que os capos da família nunca se enganam na hora de escolher o Grande Chefão.
A ilusão neste caso teria sido que Francisco, assim que saiu à sacada vaticana e saudou a multidão, tivesse se despojado de sua túnica e, já pelado, e balaçando-se no corrimão, tivesse começado a dançar o ukulele.
Tradução: América Latina Palavra Viva
Más sueños e ilusiones
Cronopiando por Koldo Campos Sagaseta.
Días atrás escribía al respecto de la diferencia entre soñar e ilusionarse. Decía que, para soñar, yo cierro los ojos y que para ilusionarme los abro…y cierro todos los demás sentidos prescindiendo hasta de ese que llaman común, y así quedarme a solas con mis ojos y sin que ningún otro sentido los distraiga de la ilusión, de la risa espontánea de un momento feliz, del alborozo de un chispazo fugaz.
Los sueños, sin embargo, tienen siempre un largo recorrido y necesitan de todos los sentidos, hasta de los ojos, cuando atinan a ver a través de la memoria y son capaces de escrutar, incluso, las ausencias.
Y hasta me atreví a citar tres ejemplos: Un sueño sería la república; una ilusión sería que un bendito elefante la emprendiera a trompadas con su cazador. Un sueño sería la democracia; una ilusión sería que, por fin, nos descubrieran los extraterrestres e invadieran el planeta. Un sueño sería la independencia; una ilusión sería que en un sobre, grande y libre, no quedara un impune céntimo que robarse.
Bien, agregaré otro ejemplo: Un sueño sería que la elección de un nuevo papa supusiera la elección de un nuevo papa.
Pero ocurre que no, que los capos de familia nunca se equivocan a la hora de elegir al padrino.
La ilusión en este caso hubiera sido que Francisco, nada más asomarse al balcón vaticano y saludar a la multitud, se hubiera despojado de su túnica y, ya en pelotas y columpiándose en la barandilla, se hubiese puesto a bailar el ukelele.