En cierto modo, tanto Europa como los mercados financieros y los inversores ya se habían acostumbrado a la política económica poco ortodoxa del Gobierno de Viktor Orbán.
Pero en pleno verano, cuando las bolsas parecía que también estaban de vacaciones, el partido húngaro en el poder ha decidido dar una sorpresa al mostrar su apoyo a un oscuro festival que favorece los vínculos entre la nación húngara y las tribus de Asia Central dentro del contexto del turanismo [una corriente ideológica que preconiza la unión de los descendientes de las tribus turcófonas de Asia Central]. Además, este movimiento está vinculado a la extrema derecha húngara, tanto a la antigua como a la actual. Sin duda será un nuevo tema explosivo entre Budapest y el resto de Europa.
Entre los días 10 y 12 de agosto, cerca de 250.000 personas participaron en la puszta [una especie de estepa húngara], cerca de la pequeña aldea de Bugac en el centro de Hungría, en el cuarto festival Kurultaj, un encuentro entre las tribus y los pueblos que reivindican la tradición turaniana.
En un principio, se consideraba que los turanianos procedían de Irán, luego de Turquía, antes de que ciertos pueblos de Asia Central pretendieran más tarde ser los descendientes de los turanianos. Pero hoy, la mayoría de especialistas coinciden en que esta última teoría tan sólo es una leyenda moderna.
Un elemento de la ideología fascista
Tratado de Trianon, por el que Hungría había perdido dos tercios de su territorio y un tercio de su población.
Mucho más peligroso que el Turan I, el único carro de combate húngaro de la Segunda Guerra Mundial, construido con licencia de Skoda, el turanismo fue uno de los elementos constitutivos de los fascistas húngaros dirigidos por Ferenc Szálasi. Los partidarios y los miembros actuales del partido de extrema derecha, el Jobbik, que se distingue sobre todo por su nivel de apertura a las tesis del antisemitismo, hacen referencia directamente a la herencia de Szálasi.
Con cierto grado de cinismo e ironía, podríamos pensar que el apoyo del Jobbik a las declaraciones contra Israel por parte de los dirigentes iraníes no sólo es una cuestión de ideología, sino que es también porque el partido está convencido de que los húngaros y los iraníes tienen ancestros comunes.
“Encontrar las raíces de la nación húngara”
Este año, el festival de Kurultaj de Bugac, que hasta ahora ante todo se asociaba al Jobbik, se ha convertido por primera vez en un acontecimiento semi-oficial. Según la agencia de prensa MTI, Marton Gyongyosi, vicepresidente del Jobbik (y también actual vicepresidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento), con ocasión de una conferencia de prensa organizada el pasado fin de semana, habría insistido en la necesidad de encontrar las raíces de la nación húngara en el Este y sobre la mentira de la teoría fino-ugria “que los enemigos de los húngaros intentan imponerles”.
Gyongyosi alabó la política oficial del Gobierno “de apertura al Este”. Pero para Budapest, esta búsqueda de aliados en Asia tan sólo es un intento de compensar el aislamiento diplomático en el que se encuentra actualmente en Europa. La teoría del turanismo, debidamente desempolvada, resulta la más idónea para este fin.
Sándor Leszák, vicepresidente del Fidesz [el partido del Gobierno de Viktor Orbán], recibió a los jefes tribales en el Parlamento y el Gobierno realizó una contribución de 70 millones de florines [algo más de 251.000 euros] para la organización del evento. De este modo, el pasado fin de semana se podía ver a ancianos con trajes folclóricos sentados en los bancos parlamentarios de estilo art nouveau, así como asistir a diversas escena de combates y de exhibiciones de caza con halcones.
Mucho más peligroso que el Turan I, el único carro de combate húngaro de la Segunda Guerra Mundial, construido con licencia de Skoda, el turanismo fue uno de los elementos constitutivos de los fascistas húngaros dirigidos por Ferenc Szálasi. Los partidarios y los miembros actuales del partido de extrema derecha, el Jobbik, que se distingue sobre todo por su nivel de apertura a las tesis del antisemitismo, hacen referencia directamente a la herencia de Szálasi.
Con cierto grado de cinismo e ironía, podríamos pensar que el apoyo del Jobbik a las declaraciones contra Israel por parte de los dirigentes iraníes no sólo es una cuestión de ideología, sino que es también porque el partido está convencido de que los húngaros y los iraníes tienen ancestros comunes.
“Encontrar las raíces de la nación húngara”
Este año, el festival de Kurultaj de Bugac, que hasta ahora ante todo se asociaba al Jobbik, se ha convertido por primera vez en un acontecimiento semi-oficial. Según la agencia de prensa MTI, Marton Gyongyosi, vicepresidente del Jobbik (y también actual vicepresidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento), con ocasión de una conferencia de prensa organizada el pasado fin de semana, habría insistido en la necesidad de encontrar las raíces de la nación húngara en el Este y sobre la mentira de la teoría fino-ugria “que los enemigos de los húngaros intentan imponerles”.
Gyongyosi alabó la política oficial del Gobierno “de apertura al Este”. Pero para Budapest, esta búsqueda de aliados en Asia tan sólo es un intento de compensar el aislamiento diplomático en el que se encuentra actualmente en Europa. La teoría del turanismo, debidamente desempolvada, resulta la más idónea para este fin.
Sándor Leszák, vicepresidente del Fidesz [el partido del Gobierno de Viktor Orbán], recibió a los jefes tribales en el Parlamento y el Gobierno realizó una contribución de 70 millones de florines [algo más de 251.000 euros] para la organización del evento. De este modo, el pasado fin de semana se podía ver a ancianos con trajes folclóricos sentados en los bancos parlamentarios de estilo art nouveau, así como asistir a diversas escena de combates y de exhibiciones de caza con halcones.
Más cerca de la extrema derecha
Aunque el evento no fue extraño del todo. El diario Magyar Nemzet, cercano al Gobierno, por ejemplo, entrevistó a un uigur que emigró a Alemania, para el que la evocación (mítica) de las raíces se relaciona estrechamente con la lucha contra la opresión en la Región Autónoma Uigur de China. Este uigur agradeció a sus “hermanos húngaros” que le hubieran permitido recordar la cultura y las costumbres de su pueblo.
Tras la reciente “rehabilitación” de Miklos Horty, el dictador del periodo de entreguerras, cuyo nombre vuelve a aparecer en algunas calles, y las críticas internacionales hacia Hungría por el creciente antisemitismo que reina en el país, la explotación común por parte del Gobierno y de los fascistas de la mitología turaniana puede hacernos pensar que Viktor Orbán y su partido se encuentran más cerca del partido Jobbik de lo que los europeos se habían imaginado hasta ahora.
Tras la reciente “rehabilitación” de Miklos Horty, el dictador del periodo de entreguerras, cuyo nombre vuelve a aparecer en algunas calles, y las críticas internacionales hacia Hungría por el creciente antisemitismo que reina en el país, la explotación común por parte del Gobierno y de los fascistas de la mitología turaniana puede hacernos pensar que Viktor Orbán y su partido se encuentran más cerca del partido Jobbik de lo que los europeos se habían imaginado hasta ahora.
Fuente: http://www.presseurop.eu