“Hombres necios que votáis
a partidos sin razón
Sin ver que son la ocasión
De lo que necesitáis…”
(aforismo implicado)
Esta dictadura partidocrática debe cesar cuanto antes, si realmente queremos una patria soberana, no atada a intereses corporativos espurios y sus cipayos nativos enquistados en la oligarquía agroganadera… que se rehúsa a pagar impuestos y teme a los cambios como a la muerte de sus privilegios.
El hecho de que este congreso haya tiroteado la confección de un catastro nacional, hace años, financiado por el Banco Mundial y ejecutado apenas en un 15 % , ignorándose el destino del dinero destinado a ese propósito; o la negativa de Favero a la mensura de Ñakunday, nos dice a gritos que la oligarquía está alarmada ante la posibilidad de perder parte de sus espurios privilegios a manos de un poder ciudadano.
Ni opresores ni siervos…
Nuestro himno es suficientemente claro expresa en sus versos el repudio a todo tipo de tiranía, sea absolutista, autocrática o “parlamentaria” ajena a los intereses del ciudadano.
Este sainete de “juicio político” de gallos sin medianoches quizá sirva para hacernos madurar cívicamente y romper las invisibles cadenas del fanatismo colorinche.
No existe una democracia real sino dictadura de minorías que manipulan a las logias partidarias creadas por el imperio británico y sus sátrapas de la triple alianza: los verdugos del Paraguay.
El sistema bipartidista fue creado por la burguesía europea luego de la revolución francesa, a fin de tener control sobre los pueblos y “evitar los excesos de la democracia”, al decir de Thomas Jefferson, redactor de la constitución norteamericana en 1776 como fiel representante de la oligarquía colonial masónica estadounidense.
Si alguna democracia debería ser imitada, es la de la república de Islandia, cuyo pueblo se sublevó ante los políticos corruptos y los banqueros ladrones, destituyendo a los primeros, encarcelando a los segundos y reescribiendo una nueva constitución que devolvió el poder político al Ciudadano.
Estos hechos de reciente data fueron silenciados por la prensa para que no cunda su ejemplo en otros países sometidos a los “organismos financieros internacionales”: es decir a la usura mundial globalista.
Es hora, paraguayos, de sacudirnos el yugo de los “partidos” creados para dividirnos emocionalmente y someternos al control del poder oculto de tenebrosas logias de “iluminados” y al llamado Nuevo Orden mundial en curso de colisión contra nuestras soberanías, como prolegómeno del robo de nuestros recursos más valiosos: la tierra, el agua y la energía limpia.
Paraguayos: ¡República o muerte!