La generalizada reacción nacional e internacional ante el repudiable secuestro del periodista Alfredo Villatoro, Director de noticias radiales de HRN, ocurrido en Tegucigalpa, la pasada semana, y el silencio indiferente ante el macabro asesinato (secuestro, seguido de tortura y estrangulamiento) del periodista Erick Martínez Ávila, ocurrido también en Tegucigalpa, tan sólo un día antes del secuestro de Villatoro, confirman las evidencia de la esquizofrenia moral que padece la “cristiana” sociedad y su aparente Estado hondureño.
El criminal secuestro de Villatoro fue públicamente condenado, exigiendo su liberación y el respeto a su vida, por el jefe del aparente Estado hondureño, las fraternidades de empresarios, el jocoso Congreso Nacional, las desprestigiadas jerarquías católica y evangélica, los representantes de la sociedad civil organizada, la OEA, y todas las organizaciones nacionales e internacionales de la prensa.
Hasta el Cardenal de Honduras, quién en pleno golpe de Estado agarró a puñetazos a un reportero de la prensa en resistencia, ahora, clama a su dios por la libertad y la vida del periodista secuestrado. Pero, jamás condenó el sistemático cerco mediático que ya asesinó cerca de 20 periodistas y comunicadores/as desde la instauración del golpe de Estado. Aquí, asesinan violentamente un promedio de 20 personas por día, de los cuales sólo el 4% es conocido por el sistema judicial que concluye siempre en: “vamos a investigar”.
¿Por qué el silencio cómplice ante las matanzas diarias convertidas en estadísticas y la reacción en coro ante la tragedia del secuestro de Villatoro? En estos momentos en que escribo estas letras, varios periodistas en Honduras conviven con la incertidumbre, amenazados, al filo de la muerte, clamando para no ser convertidos en parte de la insensible estadística de periodistas asesinados. Pero, el auxilio no llega ni del cielo, ni de la tierra, mucho menos de estas Honduras de la muerte. ¿Por qué?
La “cristiana” sociedad de Honduras carece de una capacidad de resiliencia ante el régimen de la muerte generalizada, porque vive creyendo y asumiendo que todos y todas son iguales ante Dios y ante la Ley. Pero en los hechos, unos pocos son más iguales que las grandes mayorías de excluidos condenados a perecer engullidos por empobrecimiento violento. Esos pocos han configurado la mente, el espíritu y el cuerpo de las mayorías para que ilusoriamente se asuman como iguales ante la Ley (que esos pocos hacen e imponen) y ante Dios (que es su perfecto instrumento de dominación de los pocos sobre las mayorías hondureñas).
El periodista Villatoro, es el Director de noticias de la radio HRN, emisora más antigua (1933) y una de las más poderosas de país (por su soporte financiero, su cobertura territorial y sintonía). Su dueño, Rafael Ferrari, es también propietario de una de las cadenas de televisión más grandes del país con diferentes canales para monopolizar la audiencia. La radio HRN es un dinosaurio súper influyente y decisivo de la grotesca oligarquía hondureña. Y el noticiario de esta radio fue y es una trinchera invaluable para mantener pujante el cerco mediático sobre la mente de las y los hondureños.
En Honduras, el comunicador o comunicadora que se resista a edulcorar la vigencia del régimen de dominación y el saqueo que sufre el país, está condenado a buscar trabajo permanente con el testamento bajo el brazo (cerco laboral). El comunicador o comunicadora que (en docilidad a su misión profética) denuncie o critique al régimen dictatorial de la oligarquía, está obligado a sobrevivir en la clandestinidad esperando su ejecución intempestiva sin marías que le lloren. Pero, el comunicador o comunicadora que vendió su garganta y su alma al dominio de la élite hondureña, goza de cierta comodidad aunque, por más esfuerzos que haga, jamás será admitido como igual en el círculo de sus patrones. Pero, eso sí, está condenado a creer (las mentiras de sus patrones como verdades) y jamás a pensar. Y sin pensamiento no hay libertad. Y sin libertad no hay plenitud.
Esta es la Honduras actual. Un verdadero Frankenstein que ahora deambula en busca de sus progenitores. Aquí está prohibido pensar, resistir, deliberar, dudar, discrepar. Está prohibido el periodismo para la emancipación. Sólo se permite el periodismo regulador. Pero, muy a pesar de todo esto, hay periodistas/comunicadoras/es, verdaderos profetas de la Palabra, que ni el desempleo, ni las amenazas contienen la Verdad del pueblo libertario que los habita. Son auténticos comunicadoras/es con valor trascendental que incluso después de asesinados nos enseñan con sus testimonios proféticos.
Foto: elheraldo.hn