Después de la histórica movilización del primero de mayo de este 2012, los voceros de la derecha hondureña parecen haber entrado en un trance momentáneo. No han sabido responder ante el empuje de los hondureños y hondureñas en esta fecha, que ya en 2010 y 2011 se había convertido en una gigantesca expresión de masas en todo el país. En principio, su táctica fue confundir; trataron de aislar y demonizar la presencia de los miembros del Partido LIBRE en la marcha popular, especialmente la de la candidata presidencial Xiomara Castro, y el Coordinador General José Manuel Zelaya. Sin embargo, eso no tuvo ninguna influencia sobre la gente que se movilizó en tal cantidad que los medios oligárquicos no se atrevieron a minimizarla, como hicieron siempre.
Ante el hecho consumado se enfocaron en primera instancia en tratar de demostrar que la acción de los trabajadores había sido “politizada”, ignorando dos hechos inescrutables: a) toda lucha social es necesariamente una lucha política; y b) que sin importar nuestra condición de empleo, todos somos trabajadores. Los argumentos, por demás pobres, reflejan más una situación de shock inicial, pero no ante la acción popular, sino frente a la propuesta planteada por la candidata Xiomara Castro en Tegucigalpa, y por el Coordinador General en San Pedro Sula.
Por mucho rato acariciaron la posibilidad de bombardearnos con una campaña de desprestigio, cargada de anticomunismo, que seguramente les resultaría barata y fácil de aplicar desde esos medios de comunicación que ellos controlan ampliamente. El hecho de que LIBRE presente una propuesta concreta que gira en torno a dos ejes fundamentales: la terminación del modelo neoliberal y la construcción de un Estado Socialista, fundamentado en la democracia participativa, los enfrenta contra una situación inesperada, extraña; el que creyeron sería un “ratón huyendo” de sus escobazos anticomunistas de repente aparece con la primera propuesta política de la clase trabajadora en Honduras, con amplio respaldo de esta, y que propugna, ya no por reivindicar sino por convertirse en clase hegemónica.
Además, se plantea con contundencia el carácter revolucionario del partido, de su propuesta y de su accionar, recalcando el carácter pacífico del mismo. Apenas atinaron algunos reporteros a preguntar qué era eso de socialismo, a lo que se les dejo claro que no construimos copias, no somos socialismo importado de Europa, ni del Siglo XXI, ni de otras naciones; se plantea el socialismo desde la realidad hondureña, para desarrollar a Honduras. Aquellos que por siempre se han dedicado a tragarse las recetas que le viene de lejos, de repente se encontraron ante un pueblo que clama para si el derecho de crear, de innovar y resalta su capacidad de construir su historia.
El planteamiento fundamental del primero de mayo no deja nada al azar, ni a la manipulación de los energúmenos que se sientan a vomitar veneno frente a las cámaras o detrás de un micrófono, para defender a los grupos de poder en Honduras; el Partido Libre, es revolucionario, es refundacional, y es de izquierda, el pueblo lo entiende y lo apoya, más aún está urgido de que la pesadilla neoliberal termine, y ahora se apresta a darle fin por medio de su brazo político.
En la movilización del primero de mayo se encontraron muchos sectores, no todos ellos afines a la posición de LIBRE; no en sus fines y objetivos, pero quizá si en su estrategia. De hecho se presentaron otros partidos con ideas similares, y se mostró que, más allá de las discrepancias, mantenemos un sólido consenso sobre la necesidad de terminar de una vez con este modelo, derogar todas las leyes monstruosas que se han creado para afianzarlo, y construir una sociedad nueva, más justa, igualitaria, en la que el hambre y la miseria no son simplemente un designio fatal del destino para los pobres.
En una maniobra burda, quisieron hacer creer que las centrales obreras habían abandonado sus reivindicaciones por andar en política, omitiendo el hecho de que estas reivindicaciones de siempre, como ellos descaradamente llamaron, son el producto de miles y miles de mentiras y acuerdos incumplidos por parte de ellos, y que esta vez, ya no solo se trata de cambiar el presidente y los diputados, sino de derrotar la clase hegemónica del poder, con la aclaración de que la llegada al gobierno es apenas el primer paso en este propósito. Es curioso ver la confusión en que se encuentran aún estos medios; ayer mismo la Torre de la Maldad, se convirtió por unos minutos en la torre de los lamentos con un vocero de la oligarquía implorando a la gente que no abandonara el bipartidismo.
Y claro, el bipartidismo ha sido funcional, con él se instauraron normas y reglas, pero también creencias y fetiches. Se impuso la idea de que todas las protestas son buenas si son inocuas. Por esa razón el primero de mayo que a ellos les gustaba más era aquel en el que los sometidos “pataleaban” un rato y se iban a su casa. Algunos patronos llegan incluso a pagar festines, donde embriagan a la gente y ahogan en alcohol la amargura de sus miserias. El bipartidismo hondureño, ha sido un generador constante de esclavos; esclavos con salarios de hambre, o esclavos del hambre, de la ignorancia y las enfermedades; de la inseguridad, de los desastres naturales, tantos infortunios que vienen por voluntad divina, y que siempre deben ser pagados por los mismos.
Muchos se preguntaron, sabiendo la respuesta, porque no iban otros partidos a manifestarse. Y nosotros, podemos repetir la pregunta ¿Por qué no fueron?, ¿será acaso porque son esos políticos justamente los que el pueblo ya no tolera?
Indudablemente, los medios de comunicación oligárquicos y los grupos de poder han sufrido un impacto severo, lo que los hace más peligrosos. No debemos esperar menos que una rabiosa contraofensiva; al final, la clase dominante hondureña es profundamente antidemocrática, y detesta al pueblo que explota, por lo que no escatimará esfuerzos en minar este largo camino liberador que hemos tomado. Ya son maestros del engaño y el fraude, lo menos que podemos esperar ahora es que perfeccionen esas terribles cualidades. Por esta razón, devenimos obligados a redoblar nuestros esfuerzos, fortalecer la marcha, la consciencia, y mantener con orgullo y generosidad la propuesta del pueblo.