La Unión Europea sigue sumida en la crisis financiera y la recesión económica, agravada por las drásticas políticas de austeridad que están siendo aplicadas en las naciones del Mediterráneo, desde Grecia hasta Portugal. El objetivo principal es bajar los salarios y las pensiones, de licenciar masivamente y cortar los programas sociales, de privatizar lo que resta de los servicios públicos. En este contexto, marcado en varios países por crecientes protestas populares y huelgas contra esas políticas, tendrá lugar el próximo 22 de abril la primera ronda de las elecciones presidenciales en Francia. Y estas elecciones bien pueden revelarse como el primer rechazo político masivo contra las políticas neoliberales de la Unión Europea (UE).
La excepción francesa
Por las intensas luchas entre las clases sociales, Francia ha sido la “caja de resonancia” política de las grandes crisis del capitalismo. Friedrich Engels, en el prefacio al “18 Brumario de Luís Bonaparte” de Karl Marx, escribió que si Marx se interesó en Francia eso es porque “es el país en el que las luchas históricas de clase se han llevado siempre a su término decisivo más que en ningún otro sitio, y donde, por tanto, las formas políticas sucesivas dentro de las que se han movido estas luchas de clases y en las que han encontrado su expresión los resultados de las mismas, adquieren los contornos más acusados” (1).
Pocas cosas presagiaban, hace un año, que esta primera ronda del 22 de abril podía ser otra cosa que la clásica alternancia entre la derecha –representada mayoritariamente por el saliente Presidente Nicolás Sarkozy, de la Unión para un Movimiento Popular (UMP) -, y el Partido Socialista (PS) dirigido actualmente por François Hollande, o sea una alternancia respetuosa del rígido modelo neoliberal que caracteriza la UE.
En marzo del 2011 la única anticipación que hacían los “expertos” en los medios era sobre una eventual “lucha a tres”: entre el partido de extrema derecha Frente Nacional (FN) de Marine Le Pen, la UMP de Sarkozy y el PS que todavía no había electo su candidato. Un sondeo de CSA para los medios BFM TV/RMC/20 Minutes, del 10 de marzo 2011, ponía al FN prácticamente en el mismo nivel (23 por ciento) que la UMP y el PS. La progresión del FN parecía corresponder a lo que sucedía en el resto de la UE, donde impulsados por la crisis del sistema neoliberal los partidos neofascistas irrumpieron con fuerza en el panorama electoral y en varios países conquistaron posiciones en los parlamentos, en las coaliciones de gobierno, y hasta llegaron al gobierno, como en Hungría. En ese y otros sondeos de marzo 2011 el Frente de Izquierda, creado en 2009, recibía alrededor del cinco por ciento de la intención de voto.
Pero, no hay que olvidar que en Francia, por la tradición revolucionaria y la saña contrarrevolucionaria que caracteriza su historia, la lucha de clases nunca pudo ser totalmente evacuada de los movimientos políticos y sociales. Como escribía Engels, en Francia las luchas de clases tienden a adquirir “contornos más acusados” que en el resto del continente. Y es en este contexto que hay que ubicar el extraordinario fenómeno político que constituye el surgimiento del Frente de Izquierda (FI) que lleva a Jean-Luc Mélenchon como candidato a la Presidencia en estas elecciones, cuya primera ronda será el 22 de abril. En las últimas semanas el FI pasó a convertirse, según los sondeos, en la tercera fuerza política, con alrededor del 15 por ciento de la intención del voto, y hay indicios que tiene potencialidad para subir aun más.
Consideraciones importantes
“La revolución socialista latinoamericana del siglo XXI tendrá su <sello de época>, igual que lo tuvieron, en su momento, las revoluciones rusa, china, coreana, vietnamita y cubana. El sujeto de la revolución no será solo la clase obrera, o estará formado solo por la alianza obrero campesina; ese sujeto será integrado por todos los sectores oprimidos del pueblo. No habrá un solo partido de vanguardia porque la complejidad de ese sujeto social admite alianzas, pero no homogenizaciones () La relación entre las fuerzas políticas plurales que actúen como vanguardia colectiva y las fuerzas sociales también plurales que esa vanguardia se comprometa a representar será de igual a igual, respetuosa y complementaria”, escribe el politólogo cubano Roberto Regalado al concluir las “consideraciones finales” de su último libro, titulado “La izquierda latinoamericana en el gobierno: ¿alternativa o reciclaje?” (2)
Si pongo esta cita al referirme al caso de Francia es porque después de haber leído este importante libro, una parte en La Habana y otra en Montreal, llegando a Francia encuentro que la formulación de Regalado sobre el sujeto de la revolución puede servir para entender lo que, al menos para este humilde periodista, representa la ruptura política más importante en el monolítico sistema de alternancia política neoliberal que prima en la UE en estos momentos: la irrupción “como opción de poder” del FI, un frente constituido por el Partido Comunista Francés (PCF), el Partido de Izquierda fundado por Jean-Luc Mélenchon, la Izquierda Unitaria y otras fuerzas políticas y sociales de la izquierda y de los ecologistas que se han incorporado en las últimas semanas de la campaña electoral.
“Nunca sentí el entusiasmo que ahora siento”
Al hablar sobre la actual campaña electoral en Aix-en-Provence, en el sudeste francés, Marc, un amigo y militante del PCF, me decía esta semana que por primera vez en sus décadas de militancia hay un “entusiasta” trabajo conjunto y un intercambio de ideas con las demás fuerzas de izquierda “de las cuales siempre estuvimos separados sino confrontados”. ¿La razón? Identificación en los objetivos y la urgencia de cambio político plasmados en el libro-programa del FI, titulado “L’Humain d’abord! (¡Primero lo humano!), del que, como señala Ignacio Ramonet en Le Monde Diplomatique (4), ya se han vendido centenares de miles de ejemplares, y que entre otras medidas propone la repartición de la riqueza, la abolición de la inseguridad social, arrebatarle el poder a los bancos y a los mercados financieros, implantar una planificación ecológica y – como primer acto de la llegada a la Presidencia -, la convocatoria de una Asamblea Constituyente para una nueva República. Y, entre muchas medidas más, liberarse del chaleco de fuerza del Tratado de Lisboa y construir otra Europa, e iniciar la desmundialización.
Aunque el carisma y las dotes de líder de Mélenchon explican una buena parte del surgimiento masivo del FI, sin duda alguna y como señala el mismo Mélenchon, lo que define este amplio movimiento “frentista” es el tipo de alianza de fuerzas políticas y sociales, no ya como una simple propuesta electoral con fecha de vencimiento, sino como una praxis compartida, como un debate para enriquecer objetivos y aspiraciones comunes que representa a la aplastante mayoría popular y busca, como deja en claro uno de los principales lemas del FI, la toma del poder.
Marc me dice que nunca en su vida de militante comunista experimentó el entusiasmo que siente ahora, que “los viejos militantes que estaban fatigados” se calzaron de nuevo las botas y salen a militar y a debatir. Otros confirman que personas que nunca habían militado se presentan para trabajar en la campaña, lo que explica que el FI reúna en cada uno de los mítines semanales a muchos miles, varias veces 10 mil y en ocasiones – como en el acto de la Plaza de la Bastilla en Paris -, a más de 120 mil personas.
Ahora, dice Marc, hay el convencimiento de que esta militancia no se limitará a la primera ronda de la campaña electoral sino a las batallas que vienen a corto plazo, como la segunda ronda electoral del 6 de mayo, a las elecciones legislativas de junio, y a los objetivos que a mediano y largo plazo tiene ante sí este nuevo frente de la izquierda.
Hace medio siglo que en Europa no se veía en plena campaña electoral un movimiento de masas en el cual la dirigencia, que está a la escucha del pueblo trabajador, proclama la necesidad de una “revolución ciudadana”, que reivindica el rompimiento con el imperante sistema capitalista neoliberal, y que brega por la toma del poder.
La vanguardia plural
La creación del FI en 2009, según militantes del PCF, fue bien recibida pero no exenta de recelos, lo mismo que el nombramiento de Mélenchon, que en su juventud fue trotskista, luego miembro del PS – hasta el 2008 -, y ministro en el gobierno socialista de Lionel Jospin (2000-2002).
En una entrevista con el semanario del PCF, L’Humanité Dimanche (número del 22 de marzo 2012), Mélenchon afirma que al comienzo de la movilización con vistas de la campaña electoral, en junio del 2011, en la asamblea en una fábrica fue a decir que “esta campaña servirá para hacer visibles los invisibles. Y eso es lo que hemos hecho. Hemos logrado poner en esta campaña las fábricas, la clase obrera, los ricos, la superacumulación. Hemos logrado cristalizar políticamente todo eso”.
Toda la campaña del FI reivindica el carácter fundamental de la clase trabajadora y los símbolos de las luchas de la clase obrera. Mélenchon exhortó, desde el comienzo, a que los participantes vinieran a los mítines con sus propuestas y reivindicaciones, y con las banderas rojas, sus uniformes o cascos de trabajo, que asumieran los símbolos de su identidad de clase. Pero el término clase no es para el FI tan estrecho como pareciera, ya que entre el creciente número de simpatizantes y militantes figuran, además de los trabajadores sindicalizados y no sindicalizados, los estudiantes, profesionales, pequeños empresarios y trabajadores independientes. Estos últimos, que están desplazando a los trabajadores empleados a tiempo completo, padecen una situación muy precaria porque dependen de contratos laborales cortos, irregulares y mal pagados, y no están encuadrados en colectivos laborales que aseguren su movilización. Para definir a estos trabajadores precarios Mélenchon inventó la palabra “precariado”, conjunción de precario y proletariado.
Asimismo el FI libra una fuerte lucha contra el abstencionismo electoral, que permite mantener el bipartidismo neoliberal en el gobierno, y contra el neofascista FN, que históricamente – como Mélenchon recuerda seguido – es el último reducto de la derecha para mantenerse en el poder.
En la misma revista, en un aparte titulado “La renaissance de la France révolutionaire”, Mélenchon declara que el FI “es el renacimiento de la Francia revolucionaria. Yo añadí el adjetivo <ciudadano> a nuestra revolución para que se comprenda bien de que se trata. Nosotros no estamos en una mitología de la revolución que surgirá de un complot. Karl Marx la comparaba más bien a un fenómeno natural que a un evento organizado. Todas las revoluciones comienzan por razones que no son ideológicas, sino por razones concretas, materiales, resultantes de un sistema que se quedó sin cuerda”.
Y agrega que el FI se posiciona para enfrentar “el carácter ineluctable de la revolución ciudadana. Y porque es indefendible el sistema actual se quiebra. Puede conocer una agonía interminable, pero es ineluctable que en lo cotidiano irá de peor en peor. Es una característica de todos los fines de sistema que las clases dominantes se muestren incapaces de pensar en otro futuro. Esto es lo sorprendente hoy día. Ejemplo, Grecia, que es la demostración de lo absurdo del remedio (aplicado por el sistema). Lo que están haciendo es provocar una contracción de la economía, agravar el déficit, y en consecuencia aumentar la deuda. Y es aquí que viene la cuestión del voto. Nosotros necesitamos una victoria contra la derecha para fortificar el movimiento popular que vivirá esta victoria contra Sarkozy como la revancha de la cuestión (del aumento de la edad para alcanzar) las pensiones. Y el Frente de Izquierda estará ahí para apoyar. Puesto que el FI es la herramienta de la revolución ciudadana”.
Abordando el exitoso papel pedagógico que esta campaña del FI ha jugado, en gran medida por las cualidades de tribuno del mismo Mélenchon, el candidato del FI apunta que “en la campaña del FI no hacemos mítines para hacer elogios al candidato () sino para construir una fuerza consciente, organizada, en el sentido intelectual del término. Y terminaremos la campaña con una inmensa fuerza política”.
El Frente de izquierda, continúa Mélenchon, se construyó de manera pragmática, con cada uno aportando algo de sus propias intuiciones. Los comunistas tuvieron razón de querer un Frente en lugar de una estructura política como el Die Linke (la izquierda radical en Alemania), y yo tuve razón de decir que era necesario que fuese permanente. Hoy día el Frente está aquí. ¡Nadie habla de otra cosa que de continuar el Frente de Izquierda! ¿Pero cómo? No partiremos de consideraciones teóricas abstractas. Vamos a partir de lo que existe. ¿Es qué esto impide que el PCF o Partido de Izquierda existan? ¡No, por supuesto! ¿Qué nos queda por hacer para después? ¡Nos queda animar la lucha de clases desde un punto de vista político autónomo, independiente y candidata al poder si no hemos llegado ya!”
Mirando al Sur
Lo que esta sucediendo en Sudamérica es relevante para entender la experiencia de Mélenchon, como él mismo lo dice sin ambigüedades al afirmar que si proclama la consigna “¡Que se vayan todos!” es porque “fue con ese lema que comenzaron cada una de las revoluciones que, desde hace 10 años, regeneran, uno tras otros, los países de América del Sur. Yo extraigo de este ejemplo un optimismo de acero. Ellos, mil veces menos ricos que nosotros y teniendo un vecino paranoico como Estados Unidos, han empero volteado con sus simples manos la mesa de los poderosos. Ellos liberaron un irresistible torrente de energía colectiva y han comenzado a reconstruir sus países que el liberalismo había demolido. Entonces, eso es posible” (cita del libro de J-L Mélenchon ”Qu’ils s’en aillent tous! Vite, la révolution citoyenne”, Flammarion, 2010)
La rebelión popular que derrumbó la experiencia neoliberal en Argentina fue para Mélenchon, como escribe en su libro y repite seguido en las entrevistas, un hito decisivo porque vio y escuchó las experiencias de los militantes, que no estaban reducidas a debates sobre ideas abstractas sino a una praxis. En una reciente entrevista con Eduardo Febbro (Página/12), Mélenchon dijo lo siguiente: “Es preciso que nuestra izquierda se cure de la manía de las querellas teológicas, de las discusiones aterradoras sin fin. Es preciso tener una práctica racional. En cuanto se presenta una dificultad, se trata de desconstruirla, de desconstruir su contenido y volverlo a construir con los útiles que funcionan. Es imposible separar la práctica del trabajo teórico. Tengo una intuición, una suerte de certeza histórica y política: la clase trabajadora está llena de ideas, de conocimiento, de una mirada de experto. ¡Es una fuente fabulosa! La dialéctica del intercambio nos permite progresar”.
Lo que me lleva a terminar citando de nuevo a Roberto Regalado, pero esta vez el comienzo de las Consideraciones finales de su libro: “La izquierda latinoamericana llega al gobierno antes de descifrar la clave para dar el salto, de la reforma social progresista – que en mayor o menor medida realizan en la actualidad los gobiernos que encajan en esta definición -, a la transformación social revolucionaria sin la cual más temprano que tarde quedará atrapada en el mismo circulo vicioso del reciclaje del capitalismo concentrador y excluyente que la socialdemocracia europea. Esta es la esencia del problema pendiente: construir la imprescindible sinergia entre teoría y praxis revolucionaria, es decir, entre la adecuación, actualización y desarrollo de la teoría de la revolución de fundamento marxista y leninista, sin lo cual es categóricamente imposible formular los objetivos, estrategia y tácticas para la transformación social revolucionaria a mediano y largo plazo, y el ejercicio del gobierno por parte de las fuerzas de la izquierda latinoamericana que hoy lo ocupan”.
Da la impresión, si uno suma la disciplina, determinación y experiencia histórica de los partidos que componen el FI a la existencia de un candidato electoral convertido en líder que tiene las cualidades de Mélenchon, que esta campaña electoral y el desenvolvimiento del FI da razones para pensar que hay un brote de esperanza en medio de la demolición neoliberal en Europa.
Seguiremos la semana próxima, luego del gran mitin que el FI tendrá en Marsella, cerca del cierre de esta campaña electoral.
La Vèrdiere, Francia.
– Alberto Rabilotta es periodista argentino – canadiense.
1.- Karl Marx, El 18 Brumario de Luís Bonaparte, ediciones Ariel, 1971, pagina 9.
(2) Roberto Regalado, “La izquierda latinoamericana en el gobierno: ¿alternativa o reciclaje?”, Ediciones Ocean Sur: http://www.oceansur.com/distribuidores/
3.- Para informarse sobre el FI y Jean-Luc Mélenchon están los portales: http://www.placeaupeuple2012.fr/ y http://www.jean-luc-melenchon.fr/arguments/telechargez-le-programme-lhumain-dabord/
Y los siguientes artículos:
“Tomé mis modelos de América latina” por Eduardo Febbro, http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-190982-2012-04-03.html
“El candidato de la nueva izquierda francesa se declara inspirado por América del Sur”, por Lamia Oualalou: (en portugués) http://operamundi.uol.com.br/conteudo/entrevistas/20842/candidato+da+nova+esquerda+francesa+declara-se+inspirado+pela+america+do+sul.shtml o en francés en http://www.elcorreo.eu.org/L-Amerique-du-sud-est-la-principale-source-d-inspiration-du-Front-de-gauche?lang=fr
“Elecciones presidenciales 2012: ¿Y si la izquierda radical ganara? Por Héctor Castro Portillo http://www.rebelion.org/noticia.php?id=147603
4.- Ignacio Ramonet; http://www.monde-diplomatique.es/?url=editorial/0000856412872168186811102294251000/editorial/?articulo=e50f8d39-0ffc-41e7-9b6d-e64185587269
Fuente: Alainet