O papa Bento XVI legitimou a revolução

Entrevista a Frei Betto por Miradas al Sur.
El principal consejero en asuntos religiosos de Fidel Castro analiza desde La Habana la histórica visita del Sumo Pontífice.

Antes que el Papa Juan Pablo II y el actual número uno del Vaticano brindaran una misa a cielo abierto Cuba, el teólogo brasileño Frei Betto llevó primero la palabra de Dios a La Habana para tender puentes entre el comunismo y el catolicismo. Y su prédica dio frutos. En 1986, Frei Betto publicó el suceso editorial Fidel y la religión, un largo diálogo e intercambio de ideas entre el autor y el líder de la revolución.
Fundador del Partido de los Trabajadores (PT), escritor, intelectual y militante de la Iglesia tercermundista, Frei Betto volvió una vez más a Cuba para presenciar la llegada de Benedicto XVI.
–¿Qué carácter político tuvo la visita del Papa a Cuba?
–Benedicto XVI legitimó la revolución cubana al otorgarle un tono tan cordial a su gira. En ese sentido, el Papa terminó decepcionando a la gente que esperaba una condena de la Santa Sede al gobierno de Raúl Castro o que él mismo recibiera a los llamados disidentes. Pero, en realidad, no hay porque sorprenderse. En este momento, la Iglesia Católica vive su mejor período de relación con el gobierno y, además, en Cuba ya no hay restricción a la libertad religiosa.
–Usted escribió Fidel y la religión. ¿Podría recordar a los lectores argentinos qué quiso significar con dicho libro?
–Bueno, fue una obra que ayudó a quitar el miedo de los cristianos y los prejuicios de los comunistas sobre ambos mundos. En definitiva, fue un libro que ayudó a quebrar el dogma de que la religión es el opio de los pueblos. Porque la religión, como la política, puede servir tanto para oprimir como para liberar.
–¿Cómo observó a La Isla en estos tiempos de transición post Fidel?
–Cuba pasa por una difícil etapa económica debido al bloqueo de los Estados Unidos y al desplome de la Unión Soviética. Por eso, el gobierno inició un proceso de reformas, aunque sin querer adoptar el modelo chino.
–¿A qué se refiere cuando advierte que Cuba no desea replicar el estilo comunista de Beijing?
–Simplemente, indico que el modelo chino es un capitalismo de estado y que Cuba pretende, sobre todo, garantizar la progresiva reducción de la desigualdad social, de modo que la propiedad privada esté sometida siempre a los derechos sociales.
–Cambiando de tema, ¿Por qué eligió titular su último libro con el nombre de un poema que alude a la tentación del poder?
–Porque muchos dirigentes oficialistas de mi país, con excepción de Lula, han cambiado su proyecto de Brasil por un proyecto personal de acumulación de poder. Se dejaron picar por la mosca azul y ya no luchan por hacer realidad las tesis originales del PT, como la reforma agraria.
–¿Y cuáles serían esas corrientes del PT más aferradas al poder que al cambio social?
–En mi libro no entró en citaciones personales. Sino que hablo de una tendencia mayoritaria de cuadros políticos sin ánimo de promover cambios estructurales, y menos, de construir a largo plazo una sociedad socialista. Por ejemplo, sobre la reforma agraria ni siquiera se cambiado el código de productividad de la tierra, que hoy solamente favorece a los latifundistas.
–Entonces, ¿cómo explica que el Movimiento de los Sin Tierra (MST) siga apoyando tácticamente a un gobierno que le da carta blanca a los biocombustibles y al monocultivo sojero?
–El MST apoya al gobierno tanto como lo hago yo u otros intelectuales de izquierda. A pesar de las críticas apuntadas, de ningún modo deseamos que vuelva la derecha, la criminalización de los movimientos sociales, el abandono de los programas de distribución de la renta. Brasil, hoy, es mucho mejor con Lula y Dilma, que sin ellos. Además, dentro del PT también hay espacio para los que siguen defendiendo un proyecto de cambio social.
–¿Cómo está, políticamente, la derecha brasileña? ¿Con poder territorial pero sin líderes nacionales? ¿Con poder económico pero sin fuerza política?
–La derecha está muy desmoralizada y se divide entre apoyar al oficialismo o al Psdb (principal partido opositor). El único sector de la derecha que todavía sigue relativamente fuerte es las Fuerzas Armadas, que impiden al gobierno investigar los crímenes de la dictadura militar.
–Una pregunta previsible pero inevitable: ¿qué diferencias y semejanzas observa entre Lula y Dilma Rousseff?
–Más allá de uno ser hombre y otra mujer, Lula es más político y Dilma más administradora. Por otro lado, Lula tiene más facilidad de diálogo con las distintas fuerzas políticas mientras la actual presidenta prefiere antes imponer sus condiciones para abrir los canales de diálogo. Pero, lo más importante, es que los dos tienen mucha sensibilidad social y luchan por un Brasil soberano y sin miseria

Fuente: http://sur.infonews.com/

 

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