La mal llamada ‘primavera árabe’ parece tener la intención de cubrir definitivamente toda la región de flores de un solo color. Y con ello me refiero a la intención oculta, con el beneplácito de Occidente, de hacer desaparecer progresivamente y de forma silenciosa a las minorías de la región en el caso de una eventual victoria islamista.
Alternándose con periodos de relativo respeto a la libertad religiosa, la persecución de las minorías religiosas ha sido una constante en toda la región.
La situación relativamente cómoda de los cristianos cambió tras las cruzadas europeas que asediaron la tierra tres veces santa hace casi un milenio, y empeoró dramáticamente durante el Imperio Otomano, cuando muchos cristianos fueron forzados a convertirse al Islam.
Más recientemente, la ocupación de Iraq por las tropas de la OTAN en 2004 ha sido una catástrofe para los cristianos del país y de la región, que han sido víctimas de las iras de los islamistas radicales y de Al Qaeda. Se han registrado miles de asesinatos, violaciones y ataques terroristas a iglesias, y más de un millón de cristianos iraquíes han abandonado su país y se han refugiado en Siria, Líbano y otros países de la región. Otros muchos han decidido renunciar definitivamente a retornar a su país y se les ha otorgado la ciudadanía en diferentes estados europeos y en Estados Unidos, aunque esta situación ha sido ocultada por los medios de comunicación occidentales.
Siria ha sido un modelo de convivencia interreligiosa desde siempre. Pero desde los inicios de las revueltas la situación se ha deteriorado debido al fomento del odio interreligioso desde fuera. Uno de los gritos lanzados por los radicales al inicio de las revueltas fue: “Los alauitas al ataúd y los cristianos a Beirut”, mostrando una de las verdaderas intenciones de la ‘revolución democrática’.
La muerte del padre Basilos Nassar en Hama el 25 de enero 2012 y la ‘limpieza étnica’ y la provocación del éxodo de cristianos en Homs por parte del grupo Faruk, milicia islamista perteneciente al denominado Ejército Libre Sirio, ha traumatizado al país y ha sido denunciado por fuentes informativas del Vaticano.
Hace dos semanas, dos coches bomba explotaron en los barrios cristianos de Damasco y Alepo, causando más de cuarenta muertos y doscientos heridos en ambas ciudades. Los atentados fueron reivindicados por milicias islamistas próximas a Al Qaeda. Estos últimos acontecimientos han conmocionado al país y han puesto a los cristianos sirios en guardia ante lo que les puede ocurrir en caso de caer Siria en manos de los islamistas.
Para agravar la situación de los cristianos de Oriente Próximo y dinamitar el respeto a las minorías cristianas en la región, el Gran Muftí de Arabia Saudí declaró hace una semana que todas las iglesias de la península arábiga deben ser destruidas y “no debe haber dos religiones en la Península Arábiga”.
Durante estas semanas, se ha filtrado una información sobre la queja de los patriarcados sirios, y especialmente el Patriarcado Ortodoxo de Siria, a las embajadas europeas en Damasco por un supuesto plan europeo para fomentar la emigración de todos los cristianos sirios. Según diversas fuentes, el patriarcado ha descubierto unos documentos de los ministros de Asuntos Exteriores de Francia, Canadá, Alemania y Suecia ordenando a sus embajadas en Damasco conceder el visado a cualquier persona cristiana que pida el visado y sin necesidad de solicitar documentos o garantías de que esta persona volverá a Siria como normalmente se hacía.
Estos últimos acontecimientos demuestran que existen unos ‘pactos negros’ que pretenden crear una amplia región de sunismo a medio plazo, en la que Arabia Saudí tendría el control religioso y Occidente el control geoestratégico y energético.
La homogeneidad religiosa de la región también beneficiaría a Israel, que conseguiría convencer al mundo de que el conflicto árabe-israelí es una cuestión religiosa y no política, enterrando la injusticia histórica para siempre y consagrándose como Estado judío con legitimidad religiosa, conscientes de que carecen de legitimidad política.
Siria y Líbano son los únicos países donde el pluralismo religioso y el respeto interconfesional sigue vigente. Esperemos que los ‘pactos negros’ no rompan esta convivencia y que las minorías no sean forzadas a iniciar un éxodo que sería un trauma histórico sin precedentes.
*Nagham Salman es jefa de proyectos europeos de investigación y analista política especialista en asuntos de Oriente Medio