Nuestra misión mas es transformar la realidad, la simple contemplación de la misma solo nos condena a ser testigos de las acciones que llevan a cabo quienes controlan, someten y dominan. El tema del poder, tan discutido, se reduce a cosas muy simples; quizá la más importante de ellas es que para vencer al adversario hay que encararlo, abordarlo y arrebatarle lo que mantiene gracias a su fuerza hegemónica. Solo así podemos concebir la transformación, de otro modo simplemente cedemos la voz, nuestros derechos, todo.
A partir de la resistencia popular se han creado muchas discusiones y figuras que necesitan reforzarse, no con tesis extra elaboradas, lo que no significa que ignoremos la importancia de la teoría en toda praxis. Hemos establecido objetivos, queremos refundar Honduras, aun si no estamos de acuerdo con algunos temas, todos apuntamos en esa dirección. Sin embargo, esto queda en simple idealismo, si no entendemos la esencia de toda lucha, el poder, y su implicación directa; enfrentar y derrotar al adversario en todos los escenarios que tengamos disponibles. No basta con aislarnos y crear una muralla alrededor de nuestras limitaciones, es necesario crecer, organizar, acumular fuerzas. Cada victoria que obtenemos, cada lucha que damos sirve para convertirnos esa nueva fuerza contra hegemónica.
Es crucial para todo el pueblo que aprendamos a entender cosas muy simples ¿Quién es el adversario?, ¿Cuál es el escenario?, ¿Quiénes son nuestros aliados?, ¿Quiénes SOMOS NOSTROS MISMOS?. En general, el objetivo general de la lucha está por encima de todo, incluso de nuestras propias individualidades. Aunque todo esto parece asequible a nosotros, la práctica nos ha demostrado que todavía no estamos en posición de aceptar un proyecto único, y, lo que es peor, si mantenemos una fiera disposición a destruir a quienes si lo tengan.
El proceso electoral del Colegio de Abogados de Honduras es un ejemplo formidable de los principios básicos arriba expuestos. Este es un escenario históricamente controlado por la derecha que ha llegado a agotar a sus agremiados hasta el punto de la indiferencia, un reflejo de lo que sucede en nuestra sociedad. Desde nuestro punto de vista, derrotar a la reacción en ese campo es estratégicamente importante para todos, pero sabemos que la situación es complicada y bastante desigual. Y es estratégico porque este es un gremio obligado por su propia naturaleza a ser la base de reproducción del sistema; la práctica, a la que no nos cansamos de recurrir para apoyar nuestra argumentación, nos demuestra todo ese esquema de perpetuar lo que ahora existe, pero también nos deja ver varios miles de ciudadanos que lejos de ser privilegiados por su condición profesional, son condenados a la marginalidad. Estos abogados y abogadas de los que hablo comparten la tragedia del resto de hondureños.
No vamos a abundar en el asunto de su importancia desde la perspectiva de la justicia, eso lo deberíamos entender todos como si se tratara del abecedario. Veamos el asunto desde el punto de vista del poder, de la obligación que tenemos de enfrentar, o la posibilidad que tenemos de auto destruirnos y dejar que las cosas sigan el rumbo que ellos quieran. Seamos claros, si los dejamos hacer lo que quieran, las cosas no siguen iguales en ningún caso, y en este en particular, tienden a empeorar. Los profesionales se encuentran en un medio viciado, cargado de mediocridad, sin desarrollo doctrinario y con predisposición a legitimar la impunidad y la ilegalidad en Honduras. De este gremio sale la administración de la justicia en nuestro país, no podemos ignorar ese hecho, menos aún recurrir a falsas moralidades para justificar la permanencia de quienes producen este estado de descomposición.
Desde hace un par de años y medio, hemos seguido de cerca las luchas en otros gremios con mucho interés. Tal es el caso del magisterio, otro ejemplo de asuntos estratégicos relacionados con el poder. Del mismo modo que necesitamos miles de maestros conscientes y luchadores, debemos observar como un asunto de todos la necesidad de acabar con el imperio de un grupo que solo sirve para garantizar nuestro infortunio. ¿No hemos sido acaso todos victimas alguna vez de los abusos de algún abogado? ¿No fue la Corte Suprema de Justicia la que organizó, junto al Ministerio Publico la telaraña del golpe de Estado?, ¿Cuántos hemos perdido una o más veces nuestro patrimonio, a manos de un servidor del sistema? ¿Cuántos ejemplos de arbitrariedades necesitamos para ver la importancia que esto reviste?
No podemos creer que no existe relación entre la forma de aplicación de justicia y la desigualdad en el acceso a la misma. Tampoco puede ser que ignoremos que la gente que produce y reproduce todo esto está agremiada en ese colegio profesional. Claro está, ninguna posición aquí es sostenible si no aceptamos la preponderancia de nuestro objetivo central, primario. Es cierto, sin refundación no tendremos una nueva sociedad, pero también es cierto que las estructuras que hoy traemos a colación constituyen fortines del sistema, y para llegar a la transformación que anhelamos debemos tomar los mismos.
La unidad es algo casi impensable para nosotros, aprendimos a defender primero muchas cosas visceralmente, antes que racionalmente. Esa es una de las ventajas más claras que le damos al adversario, muchas veces por oportunismo o intereses personales, más que por falta de entendimiento. Muchos de quienes participamos a diario en las luchas contra el sistema creemos que nos hemos hecho acreedores a honores y a posiciones dentro de estructuras que ni siquiera luchamos por tomar. A diario podemos leer notas y escritos que reclaman mejores posiciones, como si la lucha se tratara de conseguir notoriedad; los que ven así las cosas lejos de servir a la causa, se convierten en armas de gran poder a favor del enemigo. Esto sucede siempre que anteponemos nuestro yo, en ese momento ya la lucha no importa, se puede ir al carajo. Esto es un error, y para cambiar Honduras debemos cambiar nosotros mismos.
Hoy es domingo, y estamos a 6 días del proceso electoral aquí abordado. Existe una conexión histórica entre cada uno de los párrafos aquí escritos. Naturalmente quedan muchos asuntos sin abordar, pero que pueden provocar un debate fuerte y fértil. Al final lo importante es entender que el sábado, todo el pueblo en resistencia debería tener sus ojos puestos en el conteo de la 15 de septiembre y para entonces, todos y todas los involucrados directamente deberían haber resuelto y superado los asuntos individuales, y convencido a los que aún permanecen escépticos. No es el objeto predecir el futuro, lo que está claro es que un puño pega mejor que cinco dedos.