Por Débora Mabaires, de Buenos Aires, para Desacato.info.
Tradução: Tali Feld Gleiser, para Desacato.info. (Port/Esp).
O governo de Mauricio Macri está em seus estertores finais. Já não tem governabilidade política e só pode fazer uso da força para conter os protestos sociais que a cada dia se tornam mais numerosos, à medida que direitos vão sendo retirados. Agora é que vai ficar mais perigoso para o povo.
A operação midiática e judicial executada por alguns empresários nacionais, com o objetivo de pulverizar a credibilidade econômica deixou esse grupo em pé de guerra contra o governo.
Os inapresentáveis aliados no Poder Judiciário são o juiz Cllaudio Bonadío, aposentado, mas que continua no cargo, e o promotor Carlos Stornelli, chefe de segurança do clube Club Boca Juniors. O método é similar ao que usaram na ditadura: prendem pessoas, as confinam em celas fedorentas, úmidas e frias durante uns dias, e depois lhes oferecem os benefícios da “lei do arrepentido” que, na realidade, não aplicam também não: só têm que delatar alguém do governo anterior e vão embora para casa. Não importa se é verdade ou não. Não lhes exigem provas.
A senadora nacional Cristina Fernández de Kirchner é o alvo. Apesar de sua imunidade parlamentar que impede que o juiz dê a ordem de captura ou de invadir seu domicílio, procuraram o jeito de fazer isto último. A ex-presidenta disse que não impediria a invasão de domicílio e exigiu que o Senado votasse a favor, mantendo as garantias constitucionais que correspondem a qualquer cidadão ou cidadão.
No dia seguinte da aprovação, o juiz Bonadío e um grupo de quarenta pessoas ingressaram ao apartamento da senadora, para realizar buscas de supostas provas de corrupção. O juiz, violando o Código de Procedimento Penal, mandou embora a pessoas que se encontrava no imóvel: o advogado defensor Carlos Beraldi, que rapidamente foi fazer a denúncia penal.
Durante 13 horas, sem a presença da senadora o de alguém da sua confiança, estiveram dentro do apartamento que pertence a Cristina Fernández de Kirchner faz muitos anos. Ao mesmo tempo, outra invasão de domicílio era feita na sua casa de Río Gallegos, província de Santa Cruz, onde entraram policiais do juizado acompanhados por duas testemunhas, que, mais tarde, se comprovou que não tinham sido escolhidos ao acaso entre os transeuntes, senão que eram cabos eleitorais opositores à Senadora.
Durante o final de semana invadiram a casa da ex-presidenta em El Calafate. Estiveram 3 dias procurando não se sabe o quê. Em nenhum dos três procedimentos, foi encontrado material que a incriminasse em crime algum.
No dia sábado, quando o pessoal da limpeza compareceu no apartamento de Buenos Aires para realizar suas tarefas tiveram que ser atendidos de urgência no Hospital das Clínicas General San Martín, com sintomas de irritação na pele e mucosas que lhes impedia respirar corretamente. O médico Federico Cairoli certificou que podia ter sido por um tóxico de contato, razão pela que sugeriu não voltar a se expor ai material.
Para eles não é suficiente com a humilhação pública, com a perseguição política, com as denúncias falsas. Parece que agora, também pretendem machucá-la para tirá-la do meio antes das eleições presidenciais do ano que vem.
Na última semana, Mauricio Macri, como um imperador, arremeteu contra a Constituição e botou fogo no Estado de Direito na Argentina. Acaba de ativar uma bomba de tempo. Só falta saber quando ela vai explodir.
Mauricio Macri, el emperador
Por Débora Mabaires, de Buenos Aires, para Desacato.info.
El gobierno de Mauricio Macri está en sus estertores finales. Ya no tiene gobernabilidad política y sólo puede hacer uso de la fuerza para contener las protestas sociales que cada día se tornan más numerosas a medida que va recortando derechos. Ahora es cuando se pone más peligroso para el pueblo.
La operación mediática y judicial llevada a cabo contra algunos empresarios nacionales, con la finalidad de pulverizar la credibilidad económica en las mismas, ha puesto a ese sector en pie de guerra contra el gobierno.
Los impresentables aliados en el Poder judicial son el juez Claudio Bonadío, que se encuentra jubilado, pero ejerciendo el cargo; y el fiscal Carlos Stornelli jefe de Seguridad del Club Boca Juniors. El método es similar al que usaron en dictadura: apresan gente, la confinan en unas celdas apestosas, húmedas y frías durante unos días, y luego les ofrecen acogerse a los beneficios de la “ley del arrepentido” que en realidad, tampoco aplican: sólo tienen que delatar a alguien del gobierno anterior y se van a sus casas. No importa si es verdad o no. No les exigen pruebas.
La Senadora Nacional Cristina Fernández de Kirchner es el blanco. A pesar de sus fueros que le impiden al juez ordenar su captura o allanar su domicilio particular, buscaron la forma a través del Senado para poder hacer esto último. La ex presidenta dijo que no iba a impedir el allanamiento, y exigió que se vote favorablemente, manteniendo las garantías constitucionales que le corresponden a cualquier ciudadano.
Al día siguiente de la aprobación, el juez Bonadío y un grupo de cuarenta personas ingresaron al departamento de la senadora, para buscar supuestas pruebas de corrupción. El juez, violando el Código de Procedimiento Penal, echó a la persona que se encontraba en el inmueble: el abogado defensor Carlos Beraldi, que rápidamente concurrió a hacer la denuncia penal.
Durante 13 horas, sin la presencia de la senadora o de alguien de su confianza, estuvieron dentro del departamento que pertenece a Cristina Fernández de Kirchner desde hace muchos años. Simultáneamente, se llevaba a cabo otro allanamiento en su casa de Río Gallegos, provincia de Santa Cruz, donde ingresaron policías y personal del juzgado acompañados por dos testigos, que más tarde se comprobó que no habían sido elegidos al azar entre los transeúntes, sino que eran punteros políticos opositores a la senadora.
Durante el fin de semana allanaron la casa de la ex presidenta en El Calafate. Estuvieron 3 días buscando no se sabe qué. En ninguno de los tres allanamientos se encontró material que pudiera incriminarla en algún delito.
El día sábado cuando personal de limpieza concurrió a realizar sus tareas en el departamento de la Ciudad de Buenos Aires, tuvieron que ser atendidos de urgencia en el Hospital de Clínicas General San Martín con síntomas de irritación en la piel y mucosas que les impedía respirar correctamente. El médico Federico Cairoli certificó que podía deberse a un tóxico de contacto por lo que sugirió no volver a exponerse al mismo.
No les basta con la humillación pública, con la persecución política, con las falsas denuncias. Parece que ahora, también buscan hacerle daño físico para sacarla del medio antes de las elecciones presidenciales del próximo año.
En la última semana, Mauricio Macri, como un emperador, arremetió contra la Constitución y prendió fuego al Estado de Derecho en Argentina. Acaba de activar una bomba de tiempo. Sólo falta saber cuándo estallará.
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Débora Mabaires é cronista e mora em Buenos Aires.
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