“No voy a cuestionar a la Guardia Presidencial, lo lamento y lo siento por los periodistas, pero aquí no hay inmunidad para nadie”.—Porfirio Lobo, hondureño.
Apenas hace dos semanas que Porfirio Lobo, aprovechando la certera denuncia del presidente ecuatoriano Rafael Correa, con pruebas contundentes, de que él y su gobierno es víctima de cierta prensa ultraconservadora que tergiversa, confunde, conspira y amenaza, dijo que no era diferente en Honduras. Denunció, a medias, que algunos magnates del periodismo, que también incursionan en todo tipo de negocios y especialmente en los que se derivan del gobierno, que también él era victima de chantaje, imposiciones, amenazas y todo lo que ese cuarto poder conlleva cuando se lo propone: “si a aquel lo sacamos del país, a vos te vamos a meter preso”.
Aunque no lo haya expresado con la firmeza y determinación de Correa, se le comprende e incluso uno inclina su balanza a solidarizarse con él pues lo expuesto es tan cierto como que el aire es transparente. Y los hondureños tenemos la experiencia reciente en la que el presidente Zelaya fue víctima de esa llamada prensa.
Según tengo entendido y al deducir por como él se nos ha presentado, Porfirio Lobo es cristiano, humanista, ex defensor de los derechos humanos, de salidas salomónicas, nada rencoroso y conciliador a mares, pero, lastimosamente, sus declaraciones por un incidente que se dio frente a Casa Presidencial con un grupo de compañeras periodistas que legítimamente protestaban contra la violación a la libertad de expresión y que pare ya el asesinado a periodistas, desdicen todas esas virtudes que él se ha autoajudicado.
No se trata aquí de culpar a soldados y policías, si, después de todo, su formación básica es tenerle recelo a la población civil. Por otro lado les invade la frustración, sus superiores, desde el más pinche cabo al más alto oficial, generalmente le dan malos tratos y el pueblo les desprecia. Cualquiera con ese maltrato y el sueldo de hambre, siendo solamente testigo como se enriquecen sus superiores, anda amargado por la vida y dispuesto a darle su toletazo o gaseada a cualquiera del sexo que sea que se le acerque. No es justificarlos, es solamente hacer honor a la realidad, por tanto, los responsables de violaciones a los derechos humanos, de todo tipo de ultrajes contra el pueblo son sus superiores militares y civiles.
Se dio frente a la Casa (¿Cueva?…pues está amurallada) Presidencial un conato de bronca entre las periodistas y los guardias de honor. Aunque algunos digan que no todas ni todos eran periodistas sino que vagos. ¿Ajá y es que los vagos por el hecho de serlo dejan de ser hondureños? ¿Un vago o una vaga no tiene el mismo derecho a que se le respeten los derechos humanos? ¿Y si se han multiplicado los vagos de quién es la culpa, de los vagos o de la deficiencia-negligencia de un gobierno que no ha podido detener el desempleo mucho menos crear nuevas fuentes de trabajo? ¿Es que acaso un vago no tiene corazón, sueños, derecho al amor, a la paz? ¿Qué es más degradante: ser vago o vaga o ladrón del erario público que roba hasta los salarios de sus compatriotas?
En sus desafortunadas declaraciones sobre el incidente, sin ningún pudor Porfirio Lobo se pone del lado de los militares. Dice que vio el vídeo y así se actuará contra cualquiera que se acerque por esos lares. Yo también vi el video y si somos objetivos podría decirse que en el incidente ambas partes tuvieron su cuota de responsabilidad: los militares que su deber es que los manifestantes no pasen de cierto lugar y las manifestantes se les critica la valentía que cuando les quisieron dar un garrotazo, le quitaron el garrote y trataron de sonar al agresor para ver como se siente cuando es el otro lado el que pega.
Porfirio Lobo dice que en su gobierno son demasiado permisivos, que en otros países no dejan llegar a los manifestantes ni a dos cuadras. No sé a que países se refiere, pero como para él toda referencia de modelo del bien es los Estados Unidos, pues le hago de su conocimiento que en Washington, tanto frente a la Casa Blanca como en el Capitolio, los manifestantes llegan hasta la cerca. Se ve allí mismo el jardín de la Casa Blanca y hasta puede sentirse el aroma de las flores.
Un dato importante que se olvida a los colegas, que denuncié en mi muy difundido internacionalmente artículo “Celac, Honduras y Pepe” (de fácil acceso en internet), es lo siguiente, me cito: “Es difícil suponer que Pepe Lobo pudiese decir “Golpe de Estado” sin titubear, sin decirlo entre dientes, pues hace apenas unos días, aunque parezca insólito y tristemente cómico, el Jefe de la Guardia de Honor Presidencial, como quien dice quien le “cuida” la espalda a Lobo, coronel Andrés Felipe Díaz López, salió furioso en conferencia de prensa a decir que Micheletti no era dictador (quizá no hubiese protestado si el periodista le llama aprendiz de dictadorzuelo) sino ex presidente. Esto supone que el coronel avala todas las amenazas e insultos que con frecuencia su “héroe” Micheletti le lanza a quien debería ser “su jefe y su presidente”. Y esto que las Fuerzas Armadas son obedientes y no deliberantes.
Creo que Lobo debe enmendar este error, pedir disculpas, admitir lo peligroso de sus expresiones pues es como darles luz verde a las llamadas fuerzas del orden: ¡Periodistas y/o vagos: disparen! Las heridas del golpe de Estado y todas las injusticias que todo esto ha generado no dan siquiera señales de sutura, y peor será si quien encabeza la supuesta unidad y reconciliación envía mensajes que pueden ser mal interpretados como que él respalda la represión, la violación de los derechos humanos y que declara a Honduras como tierra de sálvese quien pueda.
Es cierto, puede estar molesto porque organismos internacionales, muchos países, antes de desembolsar su dinero en esta crisis global, exigen algunos requisitos como el respeto a los derechos humanos y la plena seguridad de que el dinero vaya destinado a las causas sociales y no a campañas políticas y otras tranzas que se dan en Honduras y que no son para nada desconocidas en el planeta, pero esa no es razón para justificar la agresión militar o policial ya sea contra periodistas, mujeres en resistencia, vagos, vagas, transeúntes ni ningún ser humano…Como él mismo dijo “No hay inmunidad para nadie”. ¿Creer o no creer? Por allí andan algunos no solo con el paraguas de la impunidad sino que protegidos con el dinero del pueblo hondureño.
Nueva York NY 14/12/11
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