Morazán e o Partido Livre

Por Roberto Quesada.

Alta es la noche y Morazán vigila

¿Es hoy, ayer, mañana? Tú lo sabes.

–Pablo Neruda

Entraba con la pipa en sus labios, encendida o apagada pero allí andaba con él. En el centro de su cuerpo como que resplandecía la enorme hebilla de su cinturón, de un búho como amuleto de buena suerte. Peinado delicada y dedicadamente hacia atrás, cabello brilloso por la gel y su rostro era un mapa de sabiduría, con surcos de dignidad, con caminos que buscaban las puertas de la libertad. Hondureño/a que se precie de serlo, no puede referirse al gran Francisco Morazán Quesada, sin mencionar al gran Filánder Díaz Chávez.

Sí, así entraba en Café Paradiso, con sus ojillos detectando sin hablar en donde estaba ubicado alguno o algunos de sus cómplices. En código no escrito, sabíamos de su temperamento y era una especie de azar adivinar como llegaba ese día. Recuerdo que un día mientras bebía un cafecito, pleno mediodía, lo vi entrar y le saludé:

“Buenas tardes ingeniero”. Se acercó, me miró, se quitó la pipa de los labios y me preguntó: “¿Vos has leído mi partida de nacimiento?”. Por toda respuesta negué y continuó: “¿Entonces por qué putas me decís ingeniero? Allí no dice ingeniero, allí dice que me llamo Filánder…”

Pero ya se sentaba, comenzaba la conversación, y era como muchos de nosotros, bocones pero llamarada de tusa, nada rencorosos ni eternos resentidos. Y así de simple podía comenzar algo que no era sino una cátedra sobre Francisco Morazán Quesada, la gran pasión del estudioso e historiador Filánder Díaz Chávez. Allí, en Café Paradiso, muchos aprendimos de él. Su genuino cariño y admiración por Morazán Quesada, contagiaba.

Mientras releo, (h) ojeo libros sobre Morazán Quesada para dedicar unas palabras en su memoria, me contacta un amigo a través del skype y me pone en vivo la asamblea para buscarle nombre al brazo político del Frente Nacional de Resistencia Popular, y créame que es impresionante, como si anduviese en La Máquina del Tiempo, del escritor H.G. Wells, trasladándome de la época de Morazán a la de Zelaya: las “coincidencias” son increíbles.

Francisco Morazán Quesada ganó el voto popular de la elección presidencial de 1830, en contra del retador moderado José del Valle. El nuevo presidente tomó posesión el 16 de septiembre. En su discurso inaugural, declaró: “El Pueblo soberano me manda colocarme en el más peligroso de sus destinos. Debo obedecer y cumplir el solemne juramento que acabo de prestar. Ofrezco sostener la Constitución Federal que he defendido como soldado y como ciudadano”. Esto recuerda cuando el presidente Zelaya toma posesión, le pasan el discurso prefabricado (ya sabemos de quienes), lo ve y lo rechaza para dar el propio.

“Francisco Morazán Quesada y sus aliados se ubicaron en una posición inmejorable para implementar sus reformas, las cuales estaban inspiradas en la filosofía de la ilustración. A través de estas, el presidente intentaría desmantelar en Centroamérica lo que él consideraba eran instituciones arcaicas heredadas de la época colonial ya que solo habían contribuido al atraso en la región. Según el viajero John Stephens Lloyd, el general Morazán deseaba para su pueblo una sociedad basada en la educación universal, libertad religiosa e igualdad social y política”. Si comparamos la Federación de aquella época podría verse como la ALBA actual, en donde el presidente Zelaya llevó a Honduras para favorecer el país y ubicarlo en la avalancha libertaria que hoy por hoy recorre a America Latina.

“Durante su gestión como mandatario de la República Federal, Morazán promulgó las reformas liberales, las cuales incluyeron: la educación, libertad de prensa y de religión entre otras. Además limitó el poder de la Iglesia Católica con la abolición del diezmo de parte del gobierno y la separación del Estado y la Iglesia.

Con estas reformas Morazán se ganó enemigos poderosos”.

Aquí parece que hoy fuera ayer, pues el derrocamiento de Zelaya a través del golpe de Estado comienza con las reformas, que ni siquiera eran profundas sino muchas veces consensuadas con la ultraderecha, y el gran dilema es el mismo: la educación (que sabemos hasta el cansancio que el monstruo de la privatización la tiene en acecho); la libertad de prensa (del golpe a la fecha va una quincena de periodistas asesinados y las amenazas a quienes optan por decir la verdad son latentes y frecuentes); la iglesia… ya sabemos el vergonzoso papel antipueblo y anticristiano que han jugado algunos sectores tanto de la iglesia evangélica como de la católica, de allí que exista un cardenal que dio la espalda a los pobres mientras bendecía a los señores de las armas.

Francisco Morazán Quesada, odiado por las oligarquías centroamericanas, fue difamado y calumniado por éstas: ateo, saqueador, delincuente, mujeriego. La historia guatemalteca, por ejemplo, lo juzga como persona muy ambiciosa y temperamental. Y como que se repite la historia: en Guatemala acaban de elegir como presidente a un ex militar fascista, mientras que en otros países centroamericanos se respiran aires de búsqueda de libertad. Al presidente Zelaya quizá le haya ido peor en difamaciones y calumnias debido a la tecnología actual, pero es esta misma tecnología que ha servido para su defensa y que el mundo completo condenara el golpe de Estado en su contra y contra su pueblo.

Mi idea era simplemente recordar a Francisco Morazán Quesada, pero el ángel de la inspiración, alimentado por la tecnología mientras escucho al presidente Zelaya vía skype, me han llevado a estar a la vez en las batallas dirigidas por Morazán y continuadas ahora por el pueblo hondureño dirigido por Zelaya. Da escalofrío comparar y enterarse que en tantos años poco ha cambiado: una oligarquía voraz y sanguinaria, sometiendo a un pueblo con el peor somnífero que es la ignorancia. La ignorancia como en los tiempos de Cristo, en donde se aplaudía al verdugo y se reprendía al crucificado.

La esperanza que queda es que por los pocos conductos de oxígeno que tiene el pueblo hondureño, haya despertado, se esté quitando las telarañas, y que reclame a través de las urnas lo que siempre debió tener: el derecho a su patria, a una vida digna, a alimentación, salud y educación… Con eso bastaría, volviendo a la Biblia, cualquier otra cosa vendría por añadidura.

Un día como hoy, pero en 1799, nació el dolor de cabeza, mejor dicho ‘migraña eterna’ de las oligarquías centroamericanas Francisco Morazán Quesada, en Tegucigalpa, Honduras. Pese al tiempo transcurrido, y a que sus enemigos creyeron fusilarlo un 15 de septiembre de 1842, allí está Morazán Quesada, más vivito que nunca, tan justiciero como siempre y por encima de sus detractores pues ahora ellos sin ningún pudor dan y reciben condecoraciones con y en su nombre. En el futuro se dirá que también un día como hoy, tres de octubre, pero en el 2011, desde las entrañas del pueblo hondureño, nació el Partido libre, coordinado por el presidente Manuel Zelaya Rosales.

Imagino al máximo morazanista Filánder Díaz Chávez encendiendo su pipa, sonriente, en el más allá, complacido con el presente artículo, diciéndome en su forma peculiar de mostrar cariño: “¿Y a vos qué te pasa, por qué me tratás de usted?” Hay que leer la historia de Francisco Morazán Quesada, es fascinante y estimulante, tanto como las cátedras del imperecedero maestro Filánder Díaz Chávez.

 

 

Roberto Quesada

Nueva York NY 3 octubre 2011.

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