En estos periodos pre-electorales y de crisis mayor del capitalismo mundial y local, evidente la decadencia neoliberal, se escucha a candidatos de distintos colores y a algunos voceros del gran empresariado hablar de la necesidad de “sustituir el modelo económico imperante, de “cambiar el rumbo del país”, de “distribuir el crecimiento de la economía” y “hacerle frente a la corrupción y la delincuencia.”
El neoliberalismo, bajo la égida del capital transnacional, no es simplemente un modelo económico. Es un sistema dominación integral: económico, político, social, cultural, ideológico, militar…; que privatiza la economía, los servicios, la seguridad, el poder y la política; que finenciariza el sistema, fomenta el egoísmo y clienteliza la ciudadanía; que fragmenta y disgrega las estructuras sociales y las redes de movilización; que aupa la delincuencia mayor y la reproduce.
Desmontarlo Implica:
-Reconstruir y rearticular los movimientos sociales y las redes populares para crear contrapoder.
-Construir un nuevo Estado cruzado por los movimientos sociales y controlado por un poder popular y ciudadano de gran diversidad y amplitud.
-Desprivatizar. Recuperar la riqueza colectiva.
-Crear democracia participativa e integral, de género y generaciones, cultural, multiétnica…
-Revocar los procesos de integración subordinados a Estados Unidos y Europa y reemplazarlos por la integración multinacional no subordinada de nuestros países.
-Poner en el centro de la gestión gubernamental el bienestar del ser humano y la sanidad del entorno en que vive.
-Combatir el egoísmo y promover la cultura de la solidaridad, la honestidad y el amor por los demás y por la madre naturaleza.
Desde esa concepción es válido y obligatorio defender esos propósitos en cualquier escenario (electoral, no electoral, institucional o extrainstitucional…) y desde cualquier posición alcanzada o alcanzable fuera o dentro de las instituciones a reemplazar. Incluida, claro está, la presidencia de la república.
Otro posicionamiento equivale a palabrería sin asidero a un progresismo vacuo
El crecimiento siempre se ha distribuido, pero se ha distribuido mal.
Lo mal distribuido, como lo injustamente y abusivamente apropiado, los mecanismos de distribución y apropiación existentes, el sistema político-institucional y la modalidad de inserción de nuestro país en el mundo, tienen que ser revertidos para poder construir un modelo alternativo al neoliberal y un orden democrático adverso a la partidocracia, a la burocratización y gansterización del Estado.
Imagem tomada de: carcara-ivab.blogspot.com