Por Raul Fitipaldi e Tali Feld Gleiser.
Acordar com um Golpe de Estado, seja onde for, é como abrir os olhos na Idade Media. É uma viagem no tempo à negação da civilização. É o atraso, é um passo humano em direção às cavernas, à intolerância e a miséria espiritual e física. Mas, quando o estupor do barulho nos acorda, quando abrimos a janela para ver o que acontece, também podemos respirar um ar novo, reconhecê-lo, aspirá-lo profundamente. É assim que de Um Golpe, Honduras, conseguiu cumprir com a máxima leninista de dar um passo atrás para dar dois para frente. A Resistência Popular do Povo Hondurenho é um maior acontecimento de massas da América Latina em aras de mudar os rumos de um país, e vai desde o espanto medieval à liberdade definitiva. Irmana-se, por efeito e ação, ao resgate do Presidente Chávez conduzido pelas massas caraquenhas.
23 meses são nada, um ponto na história da humanidade, mas 23 meses são suficientes para lhe dar luz e conhecimento a um povo que resiste unido ao golpe, à morte, o desespero, a fome e todas as misérias do mundo.
23 meses são nada para mudar o rumo da história, mas 23 meses são suficientes para não ter medo nem mais um dia, para enfrentá-lo ao patrão, para se descobrir como UM e ÚNICO em um coletivo de milhões de almas. Bastaram algumas horas desses 23 meses para se dar conta, e se consolidar em marcha irreversível desde a vida cegada de Isis Obed Murillo.
23 meses são nada para acabar com a injustiça, mas 23 meses são suficientes para se dar conta de que a palavra precisa sulcar os ventos e que o martírio do povo é a semente insurgente que inaugura a árvore da vitória. Nas praças, nas escolas, nas fábricas, no Bajo Aguán, essa palavra é levada pelo espírito justo de Omar Rodríguez, a poesia rebelde de Roberto Sosa.
23 meses são nada para apagar 500 anos de genocídio, mas 23 meses são suficientes para clarear as ideais, se sustentar de pé, acumular as energias, descobrir o objetivo supremo, marchar a caminho do palácio, limpar seus salões e enchê-los de justiça, liberdade e independência.
23 meses são um cálculo para uma multinacional, mas 23 meses são suficientes para doar cada dia à memória de Vanessa Zepeda, Wendy Ávila e todos os outros que se uniram aos mártires da família Velázquez, e com essa memória no punho entender que é Agora ou Nunca.
23 meses são uma página da história da Nossa América, mas 23 meses são suficientes para que esta página seja definitiva, e que o Império seja derrotado na sua tentativa de nos separar, nos invadir, nos privar, nos escravizar e nos enterrar em sua cova de ódio, violência, guerras e iniquidade.
Talvez a história diga que a Liberdade e a Independência definitiva de Honduras se forjaram em 23 meses, para sempre, para bênção da nossa Pátria Grande, para orgulho da Pacha Mama, Madre Terra de todos os filhos de Morazán, de Artigas, de San Martín, de Martí e do Che.
Que venham outros 23 meses de Resistência e de Marcha imparável se for necessários. Nessa Marcha estaremos, a cada dia, a cada instante, como irmãos privilegiados que participam da Vitória da Gente Pobre, das Gentes da Nossa América. E que venham días melhores!
23 meses
Por Raul Fitipaldi y Tali Feld Gleiser.
Despertar con un Golpe de Estado, sea este dónde sea, es como abrir los ojos en la Edad Media. Es un viaje en el tiempo a la negación de la civilización. Es el atraso, es un paso humano hacia las cavernas, hacia la intolerancia y la miseria espiritual y física. Pero, cuando el estupor del ruido nos despierta, cuando abrimos la ventana para ver qué pasa, también podemos respirar un aire nuevo, reconocerlo, aspirarlo profundamente. Es así que de Un Golpe, Honduras, pudo cumplir con la máxima leninista de dar un paso atrás para dar dos para adelante. La Resistencia Popular del Pueblo Hondureño es un mayor acontecimiento de masas de América Latina en pos de mudar los rumbos de un país, y va desde el espanto medieval a la libertad definitiva. Se hermana, por efecto y acción, al rescate del Presidente Chávez llevado adelante por las masas caraqueñas.
23 meses son nada, un punto en la historia de la humanidad, pero 23 meses son suficientes para darle luz y conocimiento a un pueblo que resiste unido al golpe, la muerte, la desesperación, el hambre y todas las miserias del mundo.
23 meses son nada para cambiar el rumbo de la historia, pero 23 meses son suficientes para no tener miedo ni un solo día más, para enfrentarlo al patrón, para descubrirse como UNO y ÚNICO en un colectivo de millones de almas. Bastaron algunas horas de esos 23 meses para darse cuenta, y consolidarse en marcha irreversible desde la vida cegada de Isis Obed Murillo.
23 meses son nada para acabar con la injusticia, pero 23 meses son suficientes para darse cuenta de que la palabra precisa surcar los vientos y que el martirio del pueblo es la semilla insurgente que inaugura el árbol de la victoria. En las plazas, en los colegios, en las fábricas, en el Bajo Aguán, esa palabra la llevan el espíritu justo de Omar Rodríguez, la poesía rebelde de Roberto Sosa.
23 meses son nada para borrar 500 años de genocidio, pero 23 meses son suficientes para clarear las ideas, sostenerse en pie, acumular las energías, descubrir el objetivo supremo, marchar a camino del palacio, limpiar sus salones y llenarlos de justicia, libertad e independencia.
23 meses son un cálculo para una multinacional, pero 23 meses son suficientes para donar cada día a la memoria de Vanessa Zepeda, Wendy Ávila y todos los otros que se unieron a los mártires de la familia Velázquez, y con esa memoria en el puño entender que es Ahora o Nunca.
23 meses son una página de la historia de Nuestra América, pero 23 meses son suficientes para que esta página sea definitiva, y que el Imperio sea derrotado en su tentativa de separarnos, invadirnos, privarnos, esclavizarnos y enterrarnos en su nicho de odio, violencia, guerras e iniquidad.
Tal vez, la historia diga que la Libertad y la Independencia definitiva de Honduras se han forjado en 23 meses, para siempre, para bendición de nuestra Patria Grande, para orgullo de la Pacha Mama, Madre Tierra de todos los hijos de Morazán, de Artigas, de San Martín, de Martí y del Che.
Que vengan otros 23 meses de Resistencia y de Marcha imparable si son necesarios. En esa Marcha estaremos, cada día, a cada instante, como hermanos privilegiados que participan de la Victoria de la Gente Pobre, de la Gentes de Nuestra América. Y ¡que se vengan los días mejores!