WikiLeaks, a chave dos secretos incômodos

Por Celso Brizuela.

Destapa  las goteras del techo de vidrio:   Chester Swann

Las infames palabras “secreto de estado” siempre han tratado de ocultar verdades incómodas en muchos países incluso el nuestro, desde que la diplomacia se ha emparentado con la hipocresía; desde el nacimiento de las imbecivilizaciones (sic), unos cuatro milenios atrás. El secretismo ha tratado ?no siempre con éxito,  claro está? de opacar las verdaderas intenciones de toda “política de estado” a fin de “cuidar la imagen” de los responsables de dichas políticas, en la guerra y en la paz.

Por ejemplo, las actividades políticamente incorrectas, como la tortura, el secuestro, el asesinato selectivo de líderes populares, el asesinato indiscrimiunado de civiles, la puesta en saco a países invadidos y otras lacras de la posmodernidad debían esperar la buena voluntad de quienes desclasifiquen dichas informaciones ¡treinta años después de los sucesos!, cuando ya los protagonistas responsables desaparezcan y los reclamantes también.

Así, algo tarde nos hemos enterado de que el autoatentado al acorazado “Maine” en La Habana (1898), fue tramado por Theodor Roosevelt para despojar a España de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y el resto de sus posesiones insulares.

En cuanto a los autoatentados (inside job) del 11-S, si bien existen pruebas científicas de que el grupo neocons (neoconservadores, ahora eufemísticamente Tea Party) tramaron con todo detalle la muerte de más de 3.00 norteamericanos a fin de tener pretextos válidos para invadir Afganistán e Irak (luego le tocará el turno a Irán, Siria y Libia) para hacerse con los recursos energéticos de la cuenca del Mar Caspio y “la otra mitad del Medio Oriente”r.

Curiosamente, todo esto ya fue planeado mucho antes del 11-S en el “Proyecto para el nuevo siglo americano” (PNAC) o Project for a New American Century… por el lobby sionista que “maneja” a los Estados Unidos desde hace al menos 30 años: Dick Cheney, Paul Wolfowitz, Richard Perle, el clan Bush, Donald Rumsfeld y otros, guiados por su ideólogo Leo Strauss, cuyo axioma siempre fue ocultar la verdad a las masas y sofocar las garantías y derechos constitucionales de los estadounidenses.  Esto logrado con el Patriot Act de Widiot Bush.

Este oscuro personaje, emigrado a los EE.UU. antes de la segunda guerra mundial, enseñaba la inconveniencia de dar a conocer la verdad a las masas y reservarla sólo accesible a unas elites que pudieran sacar provecho de ella.

Leo Strauss fue profesor en varias universidades y sus discípulos fueron los autores del PNAC, donde se sugería que las energías de los estadounidenses debían ser enfocadas hacia el exterior, sugiriendo la creación de un nuevo imperio hegemónico, tras la destrucción de potencias rivales o competidoras. Así, el enemigo a someter, pasaba a ser el resto del mundo.

Muy pocas personas saben acerca de este personaje y de sus maquiavélicas enseñanzas políticas… que están siendo aplicadas a rajatabla por la elite norteamericano-sionista en el poder.

Pero surgió algo que no esperaban los del PNAC: una organización civil, horizontal y sin fines de lucro, que pondría a este imperio en cierne contra las cuerdas sin disparar un solo tiro:  WikiLeaks.

Ahora los del PNAC no saben dónde meter la cara y creen que descabezando la organización terminarán con ella. ¡Santa equivocación!

WikiLeaks tiene miles de adherentes ?muy inteligentes todos? que puede funcionar en forma autónoma, aún sin su fundador ahora preso con acusaciones v agas y calumniosas.

Y tras la entrega de Julian Assange a las autoridades británicas, muchas empresas bancarias están en la mira de WikiLeaks… con sus inconfesables secretos a punto de salir a luz, gracias al “Hacker desconocido”.

Ya hay quienes se rascan (sic) las vestiduras y piden el asesinato extrajudicial de Assange… pero no saben que ¡Todos somos WikiLeaks!

¡Todos somos Bradley Manning!

¡Delenda est imperium!

Imagem: zelmar.blogspot.com

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