Partido LIBRE: Do pragmatismo reducionista, à filosofía da praxis revolucionária e hondurenha

Por Ricardo Salgado.
Durante dos años y medio de lucha el pueblo hondureño ha avanzado mucho en términos de su propia consciencia respecto a los problemas que aquejan al país, por lo que hoy las grandes mayorías entienden muy bien que todo este fallando, que se requiere una transformación verdaderamente revolucionaria que establezca una nueva dinámica social, política y económica que permitan a las grandes mayoría abrigar esperanzas de frente a un futuro que hoy luce oscuro y tenebroso. Además, nuestra gente, a pesar del bajo nivel educativo y formativo a que ha estado condenado por siglos, ha aprendido a determinar donde se originan los problemas y quienes son los responsables.
Indudablemente, seguimos teniendo una porción importante de la población que sigue creyendo en las cantidades industriales de embustes y basura que envían los medios de comunicación aferrados al status quo; y no solo se trata de personas de la llamada clase media que no se ubican frente al poder hegemónico dominante, grandes masas de gente empobrecida por el sistema sigue siendo víctima de la enajenación constante, que se fortalece con el clientelismo político, la dadiva, y algunas obras inconclusas que de repente el sistema considera son necesarias para vender imagen. Este segmento de la población aun responde con mucha facilidad al mensaje anticomunista visceral que emiten sin empacho las clases dominantes y que se ira intensificando en la medida en que avancemos hacia la toma del poder, sin importar que vía sigamos para lograrlo.
Por supuesto la constante recomposición de las fuerzas al interior de la resistencia ha provocado un ciclo largo de discusiones, y debates de carácter ideológico que difícilmente encontraran una solución dentro del esquema propio de las ideas existentes. Las visiones  divergentes sobre temas importantes, pero no definitivos, nos han llevado a posiciones absurdas, ya estigmatizarnos unos a otros sin lograr que prevalezca un sentido más nacionalista y revolucionario más consistente con las aspiraciones del pueblo, cuyo entendimiento es mucho más simple, pero infinitamente más claro.
Muchos compañeros han criticado acremente el trabajo de la dirección del FNRP diciendo que este se ha desmovilizado, especialmente desde la llegada del Coordinador General del mismo. De hecho, argumentan que la creación del Partido Libertad y Refundación es el obstáculo mayor para la movilización de los grupos sociales. La realidad es muy distinta porque el problema esencial está en la falta de vocación organizadora que nos afecta, buscamos permanecer en nichos reducidos sin enfrentar el reto de plantear ideas a los compañeros en las comunidades, en las aldeas, en los caseríos. A lo largo de dos años se pudo notar el desgaste de las movilizaciones, pero esto no se hizo extensivo a las creencias del pueblo; este sigue estando en resistencia, el asunto es que ahora necesita propuestas, necesita trabajo de organización, requiere de planteamientos concretos sobre la posición ideológica y política de su fuerza política.
Hasta la fecha, la historia registra la existencia de hombres que fueron capaces de movilizar sus pueblos hacia la libertad, pero no hay ningún caso (se aceptan correcciones) de hombres que por sí solos hayan sido capaces de frenar un pueblo en proceso de lucha revolucionaria. En el caso del Partido Libertad y Refundación, la impresión es que ha generado mucho entusiasmo entre los pobladores del país, creando expectativas y atrayendo miles de personas a actos políticos concretos; esa es también una muestra de movilización popular. La crítica constructiva de todos los grupos que hoy reclaman, debería ir orientada  señalar las carencias, que seguramente son muchas, además de consustanciales a todo proceso incipiente, pero también a mostrar voluntad de construir alternativas de solución. Estas no deben estar enmarcadas dentro del sectarismo o el dogma que reduce el trabajo de hombres y mujeres brillantes a la condición de cuasi religión y se apega al texto bien recitado, y rechaza el reto de pensar y desarrollar estas tesis a estadios superiores.
Muchas veces criticamos sórdidamente el accionar de los políticos tradicionales, pero nos olvidamos de mencionar el detalle lamentable, de que son ellos quienes mantienen mayor contacto con las bases, y no estamos hablando aquí de 200 o 300 personas. Nuestro gran problema es que reivindicamos la solidaridad, el voluntariado y otras cualidades humanas como nuestra mayor fortaleza, pero siempre sentimos que sin dinero no vamos a avanzar, y terminamos justificando nuestras carencias en la falta de recursos. Organizar y formar al pueblo son dos tareas fundamentales, que requieren de muchas cosas, pero las elementales son pocas: voluntad, mensaje (debemos saber que vamos a decir), espíritu de sacrificio. A muchos les resultara ingenuo de mi parte plantear la urgencia de organizar en todo el país, pero si ni siquiera arrancamos, entonces no debemos exigir mucho a los resultados.
Sabedores de lo que nos pondrá por delante el tradicionalismo, especialmente una feroz campaña de desprestigio y otra anticomunista, deberíamos estar transmitiendo ideas en opuesto. Ellos no van a inventar nada; desde la época de McCarthy elaboraron el discurso que han utilizado y siguen usando en todo el continente. Las historias de políticos devoradores de niños, o la expropiación de todas las posesiones de las personas, son cosas que deberíamos desvirtuar en el trabajo de bases. Aquí surge un problema que entendemos en la falta de vocación por la elaboración de nuevas tesis y argumentos; seguimos encasillados en que queremos “cambios estructurales”, sin tener claro que significa eso. El proceso que seguimos en este momento tiene la ventaja de que las circunstancias permitieron una inclinación hacia la izquierda del mismo (de hecho no hay espacios en la derecha), pero está lejos de ser realista cualquier idea que rompa con la construcción de más de un siglo de sometimiento a la ideología burguesa del centro hegemónico, transmitida a través de nuestra desnaturalizada y abyecta clase dominante.
De hecho, la composición de las fuerzas que hoy repudian al régimen, aun no asumen al sistema como un problemas, esto a pesar de la quiebra de miles de empresarios y emprendedores o a la persecución de muchos más. El proceso de liberación que posiblemente nos permitiría conseguir la estabilidad necesaria para combatir la andanada que nos espera desde el imperio, desde las clases dominantes y de toda la derecha latinoamericana pasa necesariamente por la estructuración de un pensamiento consecuente con la realidad, y la transmisión permanente d este a las bases. No podemos pretender que el pueblo elija caminar al socialismo euro centrista, si todo lo que escuchan de él proviene de los laboratorios de propaganda de la CIA. Tampoco podemos enviar mensajes incomprensibles que confunden a nuestros compañeros, y terminan alejándolos de nosotros.
Ideológicamente somos un partido del pueblo, críticos de todas las corrientes del pensamiento, creadores de alternativas que permitan conjugar correctamente la teoría con la práctica. No planteamos en ningún caso repetir experiencias de países hermanos, sino más bien integrarnos con estos. Sobre todo buscamos estructurar la teoría que resulta de nuestra propia praxis, sistematizarla, construyendo nuestra teoría revolucionaria. La idea de nuestro socialismo democrático, que no debe confundirse con el oportunismo socialdemócrata, implica el desarrollo de una corriente de pensamiento hondureña; nunca más debemos atenernos a esa lamentable frase “…para que vamos a inventar lo que ya está hecho…”, esta tesis ha condenado a nuestros pueblos a siglos de exclusión. Igual que en el campo de la lucha cotidiana y orgánica, igual que en las interminables jornadas y reuniones, debemos dedicar muchísimo trabajo a la sistematización de las ideas, y dejar de lado algunos prejuicios, que terminan quitándole al movimiento popular justamente la característica esencial para cumplir con su cometido: su carácter de movimiento de masas.
Muchos pensaran que a los pueblos no les interesan las ideas, que a la gente “…lo que le interesa es que le resuelvan sus problemas…”, así es que se forman pueblos esclavos. Entonces, ¿por qué no comenzamos a construir?

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