O que se pode ser em Gaza a não ser combatente?

Por Artur Domoslawski.

Rana Shubair estaba furiosa con su marido porque no quería alegrarse en la víspera del año nuevo. Hasta le hizo unas observaciones ácidas. Pero después se sintió una tonta. ¿Realmente de qué había que alegrarse? ¿Que penas hubiéramos sobrevivido un año más? ¿Que el año próximo será igual, en una ciudad sitiada, sin trabajo, sin perspectivas, sin sentido?

El año nuevo en Gaza es más bien ocasión para recordar a los muertos de la invasión de hace tres años. Entonces el cielo se desplomó, no había dónde ocultarse, ni hacia qué huir. El infierno.

Ahora Rana se da cuenta de que la gente ha creado un calendario local:

-Te acordás, eso pasó una semana entes de la guerra… Rendí ese examen un mes después de la guerra… Ese edificio, el que construyeron  en el terreno del que se derrumbó durante la guerra…

Gaza antes y después de. La vida antes y después de.

Rana tiene 35 años y tres niños, que corretean alrededor y a cada rato chocan con la mamá, haciendo que la conversación sea casi imposible . Ella los apacigua con paciencia, y después continúa hablando, en un inglés bello, literario. Es bloguera y quiere convertirse en escritora. Sabe cómo llegar a la imaginación del interlocutor. “En Gaza es más natural pensar en la muerte que en la vida” –Rana lee un fragmento de un texto suyo.

– Antes me encantaba mirar el cielo. Ahora es una tarea sombría, deprimente. El bello cielo transparente está cortado por los aviones y el silencio es perturbado por un estrépito infernal.

Cuando Rana pasa por la funeraria, por su mente cruza una idea: que el propietario ha ganado una fortuna con la muerte. Al lado del cementerio, un cartel: ”No hay lugar para más tumbas”. Nadie lo respeta, por lo tanto los muertos se amontonan –siempre en este mundo.

Rana trabaja en un libro sobre la vida cotidiana en la sitiada Gaza; para que el mundo se entere y para que no se olviden los crímenes, los daños.

El poeta recuerda.

 2. Rana Shubair pronunció un emocionante discurso ante un centenar de parlamentarios y activistas de 30 países que en los últimos días de noviembre (NdR: de 2011) llegaron a la Franja de Gaza como un gesto de solidaridad con los habitantes de esta región sitiada de la Autonomía Palestina. Los dos autocares que ingresaron a través de la frontera con Egipto son el sucedáneo de la Flotilla de la Libertad, que no pudo ingresar por mar a causa del bloqueo. Dos intentos fueron detenidos, o en los puertos de Europa o por la marina israelí. Un año atrás, comandos israelíes abordaron el barco “Mavi Marmara” y mataron a tiros a nueve activistas de la “Flotilla”; las Naciones Unidas condenaron a Israel por abuso de fuerza.

Tomando como base las biografías de los participantes de esa caravana de autobuses se podría escribir un buen pedazo de la historia de las últimas décadas de diversos países. Hay importantes figuras de los Hermanos Musulmanes de Egipto, quienes seguramente ganarán las elecciones que están llevándose a cabo en estos momentos (NdR: así pasó); está uno de los líderes del levantamiento de Libia; hay veteranos de la lucha contra la dictadura de Brasil; están los ex presos de la irlandesa Sinn Fein. Está Ann Wright, ex coronela y diplomática de EE UU, cuyo apoyo a los palestinos fue definido por los políticos de su país como  “apoyo al terrorismo” –el congresista republicano  Brad Sherman exigió que fuera arrestada (Wright quería entregarse al FBI en la oficina de Sherman; quería declarar en un juicio que quienes la criticaban eran los que apoyaban al terrorismo, solo que al terrorismo de Estado).

También está Clare Short, ex ministra del gobierno de Tony Blair que había criticado la agresión contra Irak. Y también la baronesa Jenny Tonge, de la Cámara de los Lores, educada –según dice- “en el culto a Israel” y que había experimentado “una conversión, como Saulo en el camino a Damasco”, cuando en 2003 viajó a Cisjordania y a Gaza. A su regreso comenzó a hablar de los sufrimientos de los palestinos.

Sus palabras de empatía con los autores de los atentados suicidas suscitaron protestas: “Si yo viviera en las condiciones de ellos, quizá me convertiría en una de ellos”. Le lanzaron baldazos de lodo: que era “una aliada del terrorismo” y “una antisemita”, esos baldazos de mugre que los defensores de las ocupaciones y el apartheid suelen lanzar sobre los críticos a la política de Israel de diversas latitudes. Destino parecido sufrieron, entre otros, Tony Judt, Mario Vargas Llosa, José Saramago, Zygmunt Bauman.

La culminación de la visita de esos días fue la publicación de una resolución que llamaba a Israel a desistir del bloqueo a Gaza, el permiso para la libre circulación de personas y mercancías, y a la comunidad internacional a que ejerciera presiones sobre Israel.

El mensaje más importante: el mundo no olvida a los palestinos.

 3. La represión de la población de Gaza por Israel –y luego el bloqueo- se intensificó cuando en 2006 ganó las elecciones Hamas, partido político del radicalismo islámico. Ese año, el ejército israelí mató a más de 600 palestinos -entre ellos a muchos civiles y niños- y demolió centenares de casas. El pretexto fue el secuestro del soldado Gilad Shalit (hace poco, intercambiado por más de mil presos políticos palestinos).

Un año después, el número de muertos había aumentado. Al mismo tiempo se creaba –como escribe el historiador israelí Ilan Pappe en su libro The Killing Fields of Gaza 2004-2009- “una mitología, según la cual Gaza es una base de terroristas que quieren destruir a Israel”. La mitología no menciona la desproporción de las fuerzas: ¿de qué manera unos proyectiles caseros que explotan arrojando clavos (los famosos Kassama) podrían destruir a una de las mayores potencias militares del mundo?

Israel aplastó a Gaza limitando drásticamente el tránsito de personas y mercancías. El mensaje era claro: o se rinden y les otorgamos el privilegio de vivir en una cárcel abierta, como sus compatriotas de Cisjordania, o siguen rebelándose, apoyando a Hamas, y vivirán en una cárcel de máxima seguridad. La resistencia será castigada con la muerte; la emigración, bien vista.

Según Pappe, que también es autor del decisivo libro The Ethnic Cleansingo of Palestine, Israel, desde su fundación en 1948, ha llevado a cabo expulsiones y purgas étnicas contra los palestinos, y continúa haciéndolo de diversas formas. El apogeo de la represión de los últimos años fue la operación “Plomo Fundido” de 2008/2009: a causa de los ataques por tierra, mar y aire murieron 1.500 personas, en su mayoría civiles, y entre ellos 352 niños. Miles fueron heridos y perdieron sus casas. Del otro lado, murieron 3 civiles israelíes y 10 soldados (algunos por “fuego amigo”).

La desproporción de fuerzas y pérdidas pone en cuestión el sentido de la formulación “conflicto palestino-iraelí”. “Plomo Fundido” fue una carnicería unilateral. El informe del juez Goldstone de las Naciones Unidas confirmó que la mayoría de las víctimas y destrucciones fue consecuencia de acciones premeditadas, y la invasión a Gaza (fue) “un ataque deliberadamente desproporcional, calculado para castigar, humillar y aterrorizar a la población civil, limitar radicalmente sus capacidades económica y defensiva”. Como lo dijo cierto coronel israelí, la invasión “debía provocar una destrucción cuya reparación llevaría siglos”.

 

 4. En Gaza sigue habiendo muchos escombros y edificios quemados. Pero Marisa Matias, eurodiputada por Portugal, dice que está sorprendida por la reconstrucción. Había estado aquí después de la invasión “Plomo Fundido” y volvió espantada por la escala de la destrucción y las desgracias de la población. A pesar del bloqueo –incluida la prohibición de ingresar materiales de construcción-, los palestinos reconstruyeron Gaza.

Todo gracias a los túneles en la frontera con Egipto (bajo tierra, la frontera parece una piedra pómez, cuenta un palestino que pide permanecer anónimo). Un túnel bajo otro –parece haber como mil. Por ellos se pasan hasta automóviles.

Gracias a la “Primavera Árabe”, este año se abrió un paso con Egipto, pero permite el tránsito de solo 300 personas por día –y hay reservas de hasta tres meses. Los empleados egipcios de los tiempos de la dictadura de Mubarak (aliado de Israel) siguen molestando a los palestinos: si encuentran un pretexto para no dejarlos pasar, no los dejan. La caravana de solidaridad estuvo retenida durante 4 horas.

Por otra parte, a través de Erez –el único paso abierto con Israel- pasa la ayuda humanitaria e importación limitada. Durante seis meses (noviembre de 2010 – mayo de 2011), Israel permitió la exportación de frutillas, flores, especias y tomates: dos camiones diarios (en 2005 pasaban 400 por día). Desde mayo, otra vez bloqueo pleno a la exportación ¿De qué se supone que viva Gaza?

El bloqueo marítimo ha privado a los pobladores de alimentos baratos: pescados y mariscos. Los pescadores pueden capturar hasta las tres millas desde la costa (antes: 12 millas). Los que traspasan el límite arbitrariamente impuesto son baleados desde una cañonera israelí y sus barcas son confiscadas. Muchos pescadores abandonaron el oficio y sus familias cayeron en la indigencia. La pesca –una de las principales ramas de la economía- está al borde de la quiebra. Las otrora bellas y atestadas playas son un cuadro de la decadencia: decenas de barcos abandonados se deterioran en los muelles. Al mar fluyen las cloacas: no hay repuestos para poner en marcha la planta depuradora, construida antes de la imposición del bloqueo.

Hospital de víctimas de la guerra: personas con los ojos quemados, con cabezas deformadas, con brazos y piernas mutilados.

Y quizá el mayor drama de Gaza: la falta de agua; sus fuentes están controladas por Israel y el 90% de los pozos locales se secarán en pocos años; el agua no es potable.

A pesar de todo, los palestinos, con todas sus fuerzas, tratan de mostrar que viven normalmente. Que tratan. Es humillante exhibir la miseria y la derrota. Y ellos son orgullosos. Por eso, el rector de la Universidad Islámica (contradiciendo los estereotipos: hay más estudiantes mujeres que varones) dice: “Tratamos de dirigir la universidad como si todo fuera normal”. Se ufana del aumento de estudiantes: en 1988 eran 277, hoy son 9.300. Muestra una película sobre la universidad: tiene todas las carreras, desde las humanísticas hasta ingeniería. En la pantalla se oyen preguntas en honor del conocimiento: “¿En la oscuridad quién encenderá una vela? ¿Quién hará posible lo imposible?”. Ahmed va a terapia para dejar de tartamudear (el conocimiento cura). Fuad aprende fotografía profesional. Hala habla varios idiomas.

¿Pero qué sentido tiene? ¿Para qué ese conocimiento? ¿Para qué terminar dos carreras viviendo en una cárcel? Esa clase de preguntas surge conversando con los integrantes de la caravana solidaria.

Maysara, de 23 años, egresado de matemáticas y relaciones internacionales a causa del bloqueo, no pudo aprovechar una beca que le habían otorgado en Inglaterra. Ingresó a la juventud de Hamas y da vueltas alrededor del gobierno. Si hace falta, se convertirá en combatiente. ¿Sorprendente? ¿Y qué otra cosa le ha quedado?

 

5. – Huda, ¿sabés por qué hoy no hay clases?

– Porque hay guerra.

– ¿Y qué es la guerra?

– La guerra son disparos.

Fonte: El Puerco Espín.

Ese diálogo ocurre entre la bloguera Rana y su hijita de 5 años.

Los niños de Gaza han adquirido un conocimiento particular. Son capaces de distinguir, como cualquier experto en armas, qué tipo de avión vuela sobre sus cabezas y si el misil que cae ha sido disparado desde el aire o desde tierra. Cuando el padre de Rana tuvo un accidente cerebrovascular y lo internaron en el hospital, los niños preguntaban: “¿Quién le disparó al abuelo?”.

Rana inscribió a sus hijos en el mismo grado. Para que en caso de tiroteo no hubiera que buscarlos en distintos lugares.

–No hay cómo protegerlos ante el conocimiento de la guerra y la muerte –dice–. Tiemblan cuando oyen el sonido de un avión, y a mí se me rompe el corazón. Algunos tuvieron compañeras y compañeros que murieron víctimas de las balas cuando jugaban en el patio.

Cuando cierta vez Rana se detuvo ante un semáforo en rojo, Huda le preguntó, mostrando una pintada en un muro:

–¿Quién es?

–Es un shajid, un mártir.

Una vez más, la guerra y la muerte.

Una escena de la película sobre Gaza: un hombre le muestra una ametralladora a un niño pequeño. El niño hace como que dispara, aunque apenas puede sostener el arma.

-¿Vas a luchar cuando crezcas?- pregunta una voz en off.

– Voy a matar judíos- dice el chico.

– ¿Por qué?

– Porque mataron a mi papá y a mi hermano.

Otro chico (apenas saliendo de terapia) dice otra cosa:

-No tengo nada contra los chicos como yo, judíos. Pero cuando crezca les voy a preguntar: ¿qué tienen contra nosotros tu papá y tu tío? ¿Por qué nos disparan, por qué bombardean nuestras casas?

 

 

6. Ismail Haniya, el primer ministro de 48 años de un país inexistente, informa que la noche pasada la aviación israelí tiró bombas sobre Gaza, cerca de la frontera con Egipto. Dice que “el enemigo quiso perturbar la visita de solidaridad”. Algún otro, no oficialmente, dice: allí había un campo de entrenamiento de grupos armados. Esta vez no ha muerto nadie, cosa que sí sucedió la semana anterior, cuando las bombas cayeron sobre un puesto policial, matando a dos policías y un civil.

El lenguaje corporal de Haniya denuncia distancia, inseguridad. Como hombre del poder, sus gestos parecen estudiados, no naturales. El egresado de literatura árabe y ex decano de la Universidad Islámica acusado de terrorista en EE UU no da la impresión de haber nacido para mandar. Creció en una villa de emergencia, en el campo para refugiados Alshati, y hasta hoy vive allí. Cerca, junto al mar, hay lugares desde los cuales Haniya, por las noches, puede ver las luces de Ascalón, antes llamada Madjdal, de donde los israelíes echaron a sus padres en 1948.

¿Cuál es realmente la estrategia del gobierno de Hamas en Gaza? ¿Lucha por una Palestina independiente que debería surgir sobre las tierras de Cisjordania y de Gaza? No es fácil conseguir que el primer ministro responda claramente. Oficialmente, tanto Hamas como su contrincante Fatah hablan de una Palestina con los límites que tenía en 1967. Al mismo tiempo, todos repiten –Haniya también- que la solución basada en la existencia de dos países (Israel separado de Palestina) es letra muerta. Israel encerró a los palestinos en barrios, despedazó Cisjordania, convirtiéndolo en un territorio imposible de administrar, cortado por rutas extraterritoriales y un muro, con eso es imposible conformar un país. Por otra parte, ni los palestinos ni los judíos israelíes quieren un país común judeo-palestino; esa idea es apoyada por pequeñas minorías de ambas partes.

Haniya dice que los palestinos deberían tener derecho a vivir en toda Palestina, y los expulsados por las sucesivas guerras y purgas étnicas el derecho a volver. Si se les conceden esos derechos, entonces –dice- estarán abiertos a diferentes soluciones.

Esas palabras dignas de Esopo significan que los palestinos nunca aceptarán que en 1948 los fundadores de Israel los echaron de sus casas, hasta que –al menos simbólicamente- se reconozca que tienen derecho a regresar. Diciendo esto, Haniya sugiere (aunque indirectamente) la solución del “país único”. ¿Pero de verdad piensa en un país en común? ¿Los judíos tendrían el derecho de vivir en él?

-Es evidente- responde, con conciencia de que ese diálogo es solo una divagación. Israel es una potencia militar y ni sueña con aceptar postulados utópicos.

Por otra parte, tampoco acepta mucho menos –o sea, un paisito palestino sobre un territorio que sería apenas un quinto de la Palestina histórica.

 

7. No es fácil escapar de la caravana oficial. Cuando alguien se aleja del grupo, aunque sea unas decenas de metros, lo siguen “los de seguridad”. Alguien que salió del hotel a las tres de la madrugada para ver el mar también arrastró esa cola.

-Debemos tener cuidado con las provocaciones del Mossad y de los extremistas -explica Arafat Shoukri, del Consejo de Relaciones Europeo-Palestinas en Bruselas, jefe de toda la expedición.

-¿Qué se sabe sobre las acciones del Mossad en Gaza?

-El Mossad está por todas partes. Puede provocar un accidente, un asalto, un secuestro.

A algunos, esa respuesta les resulta inverosímil. Sospechan que podría tratarse de que la delegación no vea u oiga algo que contraríe a los anfitriones. Los participantes de la caravana solidaria son concientes de que Hamas no es un modelo de virtudes democráticas.

Por otro lado, la crítica de los torturados, los que luchan por la supervivencia, no es fácil, está fuera de lugar. Alguien pregunta por lo bajo: “¿Por qué en el hotel no tenemos canales angloparlantes? ¿Es una casualidad o es una política de Hamas?”.

Vale la pena escaparse. En una de esas noches ”de escapada”, Rafik (nombre cambiado) cuenta cosas que los gobernantes de Gaza prefieren callar. Aunque poco amigo de Hamas, admite que roba menos que sus predecesores de Fatah. Los de Fatah robaban sin medida, en tanto que Hamas también arregla los caminos y recontruyó las ciudades después de la invasión.

La base del gobierno es el nepotismo. Rafik cuenta el caso de un raro especialista que el gobierno necesitaba. Pero cuando resultó que un primo lejano del cuñado tenía negocios con Fatah, el especialista no consiguió el empleo.

En Cisjordania, donde gobierna Fatah, el mecanismo es el mismo, pero con sentido inverso.

Las amistades también sirven en asuntos menudos. En Gaza se ahorra energía: hay electricidad durante ocho horas diarias. Pero si uno tiene amigos, puede tener electricidad por más tiempo.

También la ayuda del exterior no siempre llega adonde es más necesaria, sino a los amigos. Ejemplo: llegan dinero y medicamentos que son recibidos, no por el hospital público, sino por un hospital privado que pertenece a alguien de Hamas. Cuando surge una organización no gubernamental y consigue financiación, es prudente que en el consejo haya alguien de Hamas.

-En Gaza hay varias universidades y hospitales, pero ustedes visitarán solo los vinculados con Hamas -dice Rafik, y muestra (desde afuera) los otros.

Los relatos sobre el bandidaje descontrolado –dice- son puro cuento. Hamas apostó a la “tolerancia cero” y a una policía dura. Debe ser verdad: durante las dos escapadas nocturnas, incluso en los asentamientos precarios, no me siento amenazado tal como suelo sentirme en los barrios pobres de las ciudades del Sur global.

¿Es molesta la represión cultural?

–No es tanta como creen algunos occidentales- dice Rafik.

Es un hecho que Hamas prohibió vender y beber alcohol. Pero los restaurantes están abiertos hasta tarde –solo que tienen pocos clientes porque son caros. Se puede comprar ropa de estilo occidental, CDs de música y películas (excluyendo las pornográficas). Las chicas de familias que no se toman la religión a la tremenda no cubren sus cabezas. Por desgracia, los hombres de negocios de Hamas gastan fortunas en más mezquitas, cuando hacen falta como el aire los consultorios médicos y las escuelas. Algunas escuelas tienen tres turnos.

¿Criticar a las autoridades, mirarles las manos? Prácticamente imposible. En Gaza aparece un solo diario, del gobierno.

Rafik considera que Hamas puede perder las elecciones de mayo –si es que se realizan-, porque, aunque la gente de Gaza siga prefiriendo a Hamas antes que a Fatah, está harta del bloqueo.

8. Puede ser que Gaza sea el único lugar del mundo donde exista el Ministerio de los Prisioneros. Y en él algo como un museo del horror. Muñecos colgados de las manos retorcidas hacia atrás o atados a una silla, encerrados en una jaula. Hay pinturas de presos que muestran golpizas, descargas eléctricas, uñas arrancadas. Sobre las paredes hay retratos de torturados y muertos en las cárceles israelíes.

Vienen mujeres –madres y abuelas- con niños que no conocen a sus padres y abuelos, que están presos en Israel. Entre los prisioneros hay combatientes “profesionales”, pero quizá también gente que tuvo mala suerte, que se encontraban en un lugar y un momento inapropiados. Muna Rabah tiene a su esposo preso (condena: 25 años) y a dos hijos (uno condenado a 15 años, el otro espera sentencia), todos lucharon contra el ocupante. Trajo a la nieta, que nunca ha visto al padre, porque desde hace cuatro años los presos de Gaza no tienen derecho a visita. Pero las palabras de Muna Rabah no suenan como las de una persona quebrada. En ellas hay indignación y furia.

Como decía la bloguera Rana:

-Las familias empobrecidas, cuyas casas fueron destruidas delante de sus ojos, permanecen inflexibles, no piensan en rendirse. Los que perdieron en la lucha por la libertad a los más allegados están más determinados que cualquier otro. Las desgracias los hicieron más fuertes. Es difícil curar las heridas, pero estos 63 años de lucha son demasiado valiosos como para desperdiciarlos.

En Gaza crecerán nuevos combatientes, cuyos retratos-graffitti alguien pintará sobre las paredes. Dentro de 15 años, la nieta de Rana, hijita de Huda, preguntará a su mamá: “¿Quién es ese?”. Y ella contestará: “Es tu tío, mi hermano. Un combatiente, un mártir”.

¿Qué otra cosa se puede ser por acá?

***

La Franja de Gaza es uno de los territorios más densamente poblados del mundo. Sobre una superficie de 41 km de largo y entre 6 y 12 km de ancho viven más de millón y medio de personas (más de 4 mil personas por kilómetro cuadrado); la mitad de ellas no ha cumplido los 18 años. La suerte del 80% de la población depende de la ayuda extranjera. Según las Naciones Unidas casi el 40% vive en la pobreza, uno de cada cuatro no tiene trabajo (entre los jóvenes, uno de cada dos). Un tercio de las tierras cultivables (como la llamada franja-tapón junto a la frontera con Israel) y el 85% del agua son inaccesibles. Según la agenda de las naciones Unidas el bloqueo israelí es una violación de los derechos humanos y un castigo colectivo que vulnera el derecho internacional. 

El texto precedente de Artur Domoslawski fue publicado en polaco en noviembre de 2011. La traducción al español es de Bárbara Gill, cuyo website es: www.poetaspolacas.com.ar

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