Ô Pepeeee… carta do Meeel!


Por Roberto Quesada.

La palabra más soez y la carta más grosera son mejores, son más educadas que el silencio — Friedrich Nietzsche.

Presidente o ex presidente que no me lea, no es inteligente, y según tengo entendido, Pepe lo es. Y esto es cierto. Pues los mejores escritores, artistas, humanistas trascienden tanto la historia que muchas veces uno no sabe quién era presidente cuando una de estas figuras estaba, por ejemplo, ¿quien era presidente de España cuando Miguel Cervantes escribió el Quijote de la Mancha? Responda.

Hace unos días estuve con el presidente Rafael Correa, un tipo joven, dinámico, con tremenda aura positiva y me preguntó sobre Honduras, le mandó muchas saludes al presidente Zelaya y al pueblo hondureño, le tocó la pancita a Robertito que andaba con su camiseta de Mel Zelaya, recibió con cariño una bandera del Frente Nacional de  Resistencia Popular que le dieron sus delegados Lucy Pagoada y Oscar Armando Flores. Yo le autografié mi libro Big Banana, ya que también trata sobre ecuatorianos inmigrantes en Nueva York. Y mientras se lo firmaba le dije: “Presidente, en esta novela va a encontrar a Julio Jaramillo”. El estaba, como se dice, muerto de risa.

Unos días antes estuvimos con el presidente Evo Morales, en la misa para la mejora de la salud del presidente Hugo Chávez, en donde, de repente, el presidente Chávez tuvo el reclamo de una mujer del Bronx, por haberles cortado el subsidio  de  gas a gente de su barrio. El presidente Chávez dijo públicamente: “Me da vergüenza que me digas eso, yo no lo sabía”, y de inmediato pidió al canciller Nicolás Maduro que actuara y le llevara toda la información sobre el tema, al día siguiente, a Cuba,  en donde estaba con su tratamiento. De hecho, con el mismo canciller Maduro le envié los libros, de mi autoría,  que me había solicitado el presidente Chávez.

El lector/a se preguntará por qué esa larga introducción sin hablar de la carta, pues sencillo, porque todo lo que haga el presidente Zelaya va a ser manipulado por la otra prensa en contra, tal como ha hecho mi amigo Renato Álvarez, director de Telenoticias de la Corporación Televicentro, quien solo leyó fragmentos que favorecen los intereses de sus amos (yo me pregunto amigo Renato, ¿cuándo cambiaste de la izquierda—sin pasar por la derecha de Pepe y Juan Orlando—para caer en la ultraderecha golpista?) y tergiversar su contenido o las buenas intenciones de Mel o de Pepe.

La gente debe de saber algo, el golpe de Estado del 28 de junio del 2009 fue una explosión tan grande, en un país pequeño, que no dejó a nadie sin recibir su estertor, incluyendo al Partido  Nacional. No más Partido Nacional granítico, mentira, la bancadita que se ha armado presidida por el tristemente célebre Chocoyo Callejas, es porque la ultraderecha fascista tiene planes de hacerle la guerra a la derecha moderada de Pepe Lobo y Juan Orlando Hernández, quienes deben de tener mucho cuidado, pues esta es una alianza fascista combinada con dogmas de religión extremista. Esa misma que su consigna es o “con nosotros o muerte”.

Hoy por hoy, después del golpe de Estado, no hay Partido Liberal, pero tanpoco existe un solo Partido Nacional. No, existen dos: Partido Nacional y Partido Nazi-onal. Pepe Lobo está en el centro de esta encrucijada y esto justifica sus frecuentes viajes (no así la multitud que le acompaña), en busca de protección internacional ante el frágil ambiente de seguridad interno.

Hoy analizando la carta que el presidente Zelaya le envía al presidente Lobo, el periodista David Romero Ellner (para quienes se enojan porque inmortalice a David en mis escritos, les digo que lo aprendí en Columbia University…siempre citar y respetar la fuente, además, el gordito es mi amigo de años),  dice que esa carta rompe con lo confrontativo, “es un espaldarazo que el presidente Zelaya da a un gobierno debilitado, solitario, en el cual nadie cree”.

El problema está en que en Honduras aun hoy—he allí los obstáculos que ha tenido la Resistencia por sus mismos miembros/as— no se logra visualizar que la explosión llamada golpe de Estado no solo afecta a un sector, a los pobres, no sino a la clase honesta y pensante de la derecha. A partir de esto nace la bancadita de ultraderecha, como medio para enfrentar a y derrocar a Pepe Lobo y Juan Orlando Hernández, y a los nacionalistas decentes en desacuerdo con golpes de Estado.

El presidente Zelaya le dice al presidente Lobo que no es  rencoroso, y que su apego a Dios y todas esas cosas pues le hacen perdonar al enemigo (no sé si Pepe sea igual o sea un rencoroso que porque le plancharon mal la camisa le da una patada a la sirvienta…uno no sabe), pero le dice Mel a Pepe sacándole el olanchano, olvidando a mujeres como Visitación Padilla y Clementita Suárez, es cosa de hombres:

“Usted, Presidente y yo, ex Presidente, hemos  militado en partidos políticos distintos, históricamente diferentes, pero ambos tenemos el honor de ser hondureños y olanchanos; somos herederos de una larga tradición democrática que nos legaron patriotas como Alfonso Guillén Zelaya, Manuel Cálix Herrera, Froilán Turcios, Medardo Mejía y muchos otros que, incluso hoy, nos siguen dando muestras de lo que significan la dignidad y el orgullo nacional.

Si bien las discrepancias políticas son saludables para el sistema democrático, la reconciliación es un imperativo supremo para la unidad nacional, la convivencia armónica y el progreso de nuestro pueblo”. Y más adelante agrega: “Cuente con nuestro respaldo  para que su Gobierno pase a la memoria de las generaciones venideras, como el que abrió la posibilidad al pueblo de reconciliarse.”

Mel sabe por qué lo dice, ya estuvo en los zapatos que hoy está Pepe, y ambos saben que ser presidente en Honduras los poderosos lo han tomado como ser asistente. Asistente de ellos. Asistente de lo que propongan, digan y exijan, en caso contrario les caerá las siete plagas del fin del mundo. Mel tiene el pueblo, Pepe está en la encrucijada en donde lo odia la ultraderecha y le desconfía el pueblo. Presidente, en Honduras, sinónimo de Asistente.

Esa carta, si pudiese interpretarse, es un salvavidas para que se aferre Pepe y así quizá el pueblo hondureño puede respaldarle. Y no culpo a Pepe, él quería ser presidente y aceptó los pactos en medio del golpe creyendo que podía, como dice él, sacudírselos del lomo. Mel creyó en la “honestidad” de un Romeo Vásquez Velásquez… Dos olanchanos equivocados: uno que creyó en la palabra de la derecha y otro que creyó en los pactos de la ultraderecha. Ahora a ambos solo les queda buscar la forma de que los dejen gritar: libre!

Nueva York NY
[email protected]

 

 

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