Honduras: Estado falido…?

Por Roberto Quesada.

“El poder y la grandeza, ordinariamente ensoberbecen el corazón del hombre, le embriagan y le causan una especie de delirio”.–Barón de Holbach.

Todo quiere centrarse en el crimen organizado, en la delincuencia común y de allí amnesia para todo lo demás. Si se tratase del crimen organizado, llámese narcotráfico o como se quiera, no llega solo a ninguna parte, tiene que haber elementos poderosos y/o dentro del poder que le den la bienvenida. En cuanto a la delincuencia común, cuando se desborda como en el caso de Honduras, es más que notorio que tiene sus raíces en la injusticia social, misma que se desprende de la corrupción: “Todo será para mí, los demás no tendrán nada”.

Con los asesinatos, uno detrás de otro, de la periodista Luz Marina Villalobos y del exdiputado Alfredo Landaverde, se ha escuchado cada declaración de indignación, incluyendo la de diputados, ministros y de otras personas en puestos públicos, varios de ellos/as que han avalado y alabado el golpe de Estado e incluso se acomodaron de prisa en sus “nuevas funciones” no importándoles que con ello contribuían a la fallida pretensión de lavar el golpe. Ahora quieren solamente culpar al gobierno cuando ellos son co-gobierno. No deberían de lamentarse ni buscar culpables aquí y allá sino verse en un espejo, autocriticarse y aplicarse la cuota de responsabilidad que tienen en todo este desenfreno del terror en que se ha (en el que han) convertido a Honduras.

No sé si a don Porfirio Lobo le faltó visión política, o lo obnubiló la sensación de sentirse sentado en una silla presidencial, quizá basado en que el fin justifica los medios. Era previsible que nada funcionaría, tal como se constata ahora, porque las circunstancias en que se realizaron las elecciones, la confabulación entre candidatos presidenciales en que la prioridad era darle la falsa percepción al mundo de haber encontrado la normalidad, y con ello justificar que “jurídicamente” eran dueños de la razón, solo condujo al fortalecimiento de la impunidad. Y hoy por hoy se impone la impunidad.

Una vez sentado en el trono don Pepe, fuimos testigos de que nada había cambiado: las palizas, atropellos que culminaron en el asesinato de la profesora Ilce Velásquez, vociferar calle tomada calle limpiada, en fin, todo ese panorama de violencia física y verbal avizoraba un futuro incierto para el pueblo hondureño; lo mismo sucedió contra el pueblo hondureño aglutinado en la Resistencia; y que decir cuando las fuerzas del orden jugaron futbolito con bombas lacrimógenas activadas teniendo en el centro a la periodista Lidieth Díaz casi asfixiándose. Asumir el poder sin el menor deseo o intención de resolver los problemas generados por el golpe de Estado, solo ha llevado al resentimiento colectivo: maestros a quienes no se les paga (y ya ni en la tiendita de la esquina les quieren dar crédito); de igual forma sucede con otras instituciones y todo esto profundiza la pobreza y agudiza la criminalidad.

No puede decirse que la periodista Luz Marina Paz perteneciese a la Resistencia, no, ella no estuvo de acuerdo con el golpe de Estado pero inmediatamente se unió a la historieta de la reconciliación nacional y consta que en sus últimos programas en Radio Globo estaba más dedicada a apoyar el gobierno de Lobo, lo que puede hacernos presumir que su asesinato puede ser parte de la estrategia para terminar de debilitar el actual gobierno. Y no menos puede suponerse del asesinado del exdiputado Landaverde, una combinación de negocios y política.

Don Pepe no tenía ni los cien días, que se estila en muchas partes del mundo para darle la primera evaluación, en la presidencia, cuando ya sus correligionarios aspirantes a presidentes andaban en campaña. Juan Orlando pone un foco en la Kennedy e “invita” mil cámaras para que lo alumbren con los flashes, Ricardo Alvarez tapa un bache y hace lo mismo. ¿Qué soluciones pueden darle a los problemas reales del país estos funcionarios que su insomnio es a causa de la prioridad que le dan a subirse a la silla presidencial? El país y el pueblo solo les interesa en la medida en que les sumen votos.

Ahora quiere imponerse el término “narcotráfico”, para que el pueblo achaque a ello todo lo que los políticos han derrumbado, de esta manera a lavarse las manos, a hipnodiotizar al pueblo hondureño, que siga creyendo en los políticos que le han conducido a la desgracia, con la idea de a través de la amnesia colectiva volver a ser elegidos, para volverlos a llevar a nuevas desgracias, si es que para entonces queda algo de pueblo.

Acaba de regresar un estadounidense que se ha pasado más de un mes por el Bajo Aguán. A su regreso a San Francisco me ha llamado para contarme cómo ve las cosas en Honduras, y de verdad que no es pesimismo pero no es nada halagador. Al final, seguramente porque escuchó el término “Estado fallido”, me dijo con su acento y algunas palabras traspuestas: “No hay duda de que Honduras es un Estado fallecido”.

Nueva York NY 7 diciembre 2011.

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1 COMENTÁRIO

  1. “No hay caminos hacia la paz, la paz es el camino”: Mahatma Gandhi
    Escrito por administrador en Dom, 12/11/2011 – 19:11
    Carlos Roberto Zelaya Herrera
    La paz es el bien preciado que todos deseamos; no una paz aparente, falsa, basada en el miedo, el silencio, la miseria y la impunidad, sino una verdadera y plena, aquella que se basa en el respeto mutuo entre las personas.
    En estos momentos de inmenso dolor de tantas familias en todo el país, desde la más humilde que ha perdido un ser querido, hasta los connotados y recientes asesinatos como los son el de la compañera periodista, Luz Marina Paz, el martes pasado; y más recientemente el del ingeniero Alfredo Landaverde, un verdadero héroe de la patria, es imprescindible hacer un llamado a la unidad de toda la sociedad hondureña para ir construyendo un movimiento por la justicia, en su expresión más amplia frente a este escenario de terror que se nos pretende imponer.
    La moraleja de este experimento ominoso que vive la sociedad hondureña, es que este tipo de acontecimientos antecedieron y generaron más consecuencias debido al golpe de Estado del 28 de junio de 2009 contra el Presidente Manuel Zelaya Rosales y que todo esto permanece en impunidad.
    Este es el mensaje que está en boca de todos los sectores de la prensa y de la sociedad nacional, sin deslindar y esto debemos decirlo, la responsabilidad que tiene los promotores del atraso para que el nivel de inseguridad llegue a la insostenibilidad que enfrentamos hoy.
    Me refiero a la prensa tradicional hondureña identificada con el golpe de Estado y defensora del estado de cosas injusto prevaleciente; y la otra, la prensa que pese a la falta de protección personal y gremial, aboga contra la injusticia, los derechos humanos, en todas sus categorías y conserva la visión reconfortable de transformar la patria por las rutas de la paz.
    Esa es la triste realidad que compartimos con nuestro pueblo hondureño, por algo esta patria sangrante lleva el triste rótulo de país más peligroso del mundo, con 116 muertos al día.
    Ante esta dramática realidad es necesario llamar a la unidad de todos los sectores sociales, gremiales que abogamos por la vida, para poder construir la verdadera paz que demanda el pueblo hondureño, paz con justicia, paz sin impunidad.
    A los que construyen el terror y la muerte, el pueblo les llama a que depongan su soberbia, que se vean hacia adentro, que vean al rostro de sus pequeños y pequeñas hijos e hijas, que se alejen de ese poder auto conferido sobre la vida, para que cambien de actitud.
    Hoy es el pueblo humilde el que en tumultuosas protestas exige un basta ya, un no más a la barbarie criminal que pretende arrinconarnos y hundirnos en una caverna.
    Hoy demandamos respeto a la vida, respeto al derecho de tener libertad de prensa, de opinar conforme a esta realidad y nuestros a pensamientos, pero sobre todo, respeto a la vida porque de ella dependen los niños y las niñas que en este momento no podemos ver, de nuestros hijos e hijas, de nuestros seres queridos y de los de ustedes, criminales anónimos, por cada uno de ellos pasa el futuro de la patria.
    Nosotros, trabajadores, padres y madres de familia, personas comunes y corrientes que somos los periodistas nos movilizamos hoy para exigirle a los poderes constituidos de este Estado fallido, a que dejen su complicidad, el cómodo confort del poder para que tomen decisiones claras, adecuadas, oportunas y valientes.
    Es necesario destituir a todo juez, magistrado y funcionario judicial cuya labor ponga en evidencia una actitud manifiesta de complicidad u omisión en delitos de toda naturaleza, pero, enfáticamente, los que afectan la seguridad e integridad de las personas.
    Demandamos valentía para destituir a las autoridades del Ministerio Público, porque es una institución nefasta que olvidó el motivo de su creación y ahora, cobijado en su inoperancia y en los grupos de poder, se ha transformado en un enemigo del pueblo y de la sociedad en su conjunto.
    Demandamos al gobierno a que escuche al pueblo, que haga caso lo que la sociedad suplica para que asuma la intervención efectiva y supervisada de la Policía Nacional Preventiva, de la Dirección General de Investigación Criminal, de otros cuerpos de inseguridad y de los estamentos de las Fuerzas Armadas infiltrados por la corrupción y la criminalidad.
    Demandamos que el Poder Ejecutivo asuma la propuesta de intervenir y depurar los cuerpos de inseguridad surgido desde la comunidad académico-científica de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, por ser justa y oportuna.
    No queremos injerencia o la ayuda interesada del gobierno estadounidense, porque demostrado está que su política exterior juega en función exclusiva de sus intereses políticos, militares, estratégicos y económicos en la región y en el continente.
    Abogamos por una apertura hacia América Latina, nuestro reducto natural y con cuyos pueblos compartimos destinos, luchas, sufrimientos, ideas y aspiraciones de algún día ser la hermosa patria grande que soñaron los verdaderos padres de la patria, y el pueblo que en aquel entonces los acompañó.
    Por el respeto a la vida; a la libertad de prensa; a la libertad de pensar, opinar, creer y ser, basta ya de tanto crimen e impunidad.
    Esclarecimiento de cada uno de los 18 asesinatos cometidos contra periodistas hondureños en el marco de esta administración.
    ¡NO LES TEMEMOS, NO RETROCEDEMOS, NO NOS CALLARÁN¡

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