Fedor a Duquesa

Por Narciso Isa Conde.

Interesante que un súper-basurero tenga el nombre de Duquesa, porque no hay cosa más inmunda que la nobleza. Así lo ha develado la investigación histórica.

El “Vertedero de Duquesa” no es solo basura por lo que allí se vierte y se deja de verter.

Cierto que allí las toneladas de cosas putrefactas e inservibles se acumulan en dimensiones colosales, emanando olores nauseabundos.

Cierto que allí dejan de llegar, por insignificantes deterioros de sus cortas rutas de acceso, enormes cantidades de basura que se quedan esparcidas en esquinas, depósitos improvisados, callejones y barriadas; contaminando el ambiente urbano; cultivando microbios, esparciendo hedores y provocando innumerables problemas de salud individual y colectiva.

Lo que llega a Duquesa es podredumbre concentrada y maltratada, y lo que se queda en la Ciudad Capital es podredumbre fragmentada y esparcidas “Revolución en la salud” llama Leonel a ésta y otras agresiones peores

Duquesa es, además, gerenciada por una especie de “detritus” humano agrupada en el “cártel de la basura”, el cual opera impunemente desde las cuatro alcaldías del Gran Santo Domingo y desde empresas contratadas tramposamente para ese servicio público.

El robo mayor tiene que ver con el pesaje sobre-abultado de la basura, asumido a través de complicidades mayores en las que no hay fronteras entre corruptos y corruptores, empresarios y autoridades municipales. No se si la dimensión del atraco a la sociedad por esa asociación de malhechores podría ser registrada por auditoria alguna. Pienso que no.

Esta Duquesa es más inmunda como aquella nobleza.

Pero hay más.

Este Estado está repleto de basura humana con emanaciones muy fétidas: a todo lo largo y ancho del Palacio Nacional, del Congreso, del sistema judicial, de la Policía Nacional, las FFAA, la DNI, la DNCD, las corporaciones empresariales, el sistema financiero; del manejo estatal y privado de la salud la educación y el transporte; del reparto territorial, el turismo y la explotación minera.

Basura humana que supera con creces la podredumbre de Duquesa, siempre impregnada de desfachatez y prepotencia.

Basura parlante.

Basura capital y capital basura. Con ínfulas, decires, hedores y mediocridades realmente insoportables e inservibles.

¿Hasta cuándo soportarla sin convertir el asco y la indignación que nos provocan en rebeldía multitudinaria?

¿Hasta cuándo seguir sumando basura sobre basura cada cuatro años?

 

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