CELAC e o grande discurso de Pepe

Por Roberto Quesada.

“Declaro: que mi amor por Centro América muere conmigo”- Francisco Morazán Quesada.

La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños ya no es un sueño, o quizá sí: un sueño hecho realidad. Sí, a partir del tres de diciembre esta Comunidad es lo que es: la unión de   países saqueados  como colonia por la corona europea y neosaqueados por el neoliberalismo, político y económico.

Allí estábamos, vía Telesur, con el heredero directo de Simón Bolívar, comandante en jefe Hugo Chávez, como anfitrión de este histórico acontecimiento. Es bueno que, como dicen, con las diferencias, la unión es lo importante. Allí había personas con la envestidura de presidentes, y otros con la embestidura. Aun así, que bueno, la fiesta se llevó en paz.

En este tipo de eventos, que ya antes he criticado por mi experiencia de 14 años en las Naciones Unidas, sobresale el “glamour”, culinario y en vestimenta. Esto no se vio en Caracas, el presidente Chávez siempre leyó el menú: pollo de no sé dónde, frijolitos venezolanos, plátanos maduros (como el canciller Maduro que de seguro ya le entregó mis libros al presidente), y así un menú de los pueblos latinoamericanos, que nada tienen que envidiarle a ninguna otra cultura.

Decía el presidente Chávez que los grandes medios no pasarían esto que está pasando en Caracas, me provocó tremenda carcajada porque yo lo estaba viendo en CNN, televisión que es mucho más grande que mi pantalla de la compu. Allí le jugaron la vuelta los de CNN porque pasaron su discurso inaugural completito.

Y yo me decía es un tres de diciembre demasiado ocupado para mí: el cumple de uno de mis Robertitos: el nacimiento formal de la CELAC; el saludo para desacato.info (Brasil); y la presentación del libro Honduras: golpe de Estado (Es posible evitar otro)., del Dr. José Ibraham Bueso, en nuestra casa, con un éxito que ya se los podrá contar y comentar el propio autor.

Eso sí, antes que cualquier cosa, estábamos siendo testigos en pantalla grande de lo que acontecía en Caracas, Venezuela, con la Comunidad CELAC. Y vimos como retumbó el discurso de nuestro particular amigo Rafael Correa (a quien apoyamos en Nueva York contra dos docenas de vagos contratados para repelerle en la entrada del Queens College), que denuncia el libertinaje de expresión. Sí, así es: los empresarios avaros tienen sus medios de “comunicación” para destruir el pensamiento de los pueblos. Así es.

No menos interesante ha sido el discurso del presidente Daniel Ortega, a pesar de ser cuestionado por algunos intelectuales acusándole de ser el cacique de Nicoya, quienes, cuando ganó Violeta Chamorro, abandonaron el carruaje y se refugiaron en Los Ángeles, y otros, bajo estúpido pretexto de centrales, abandonaron la carreta sandinista. Está bueno que la poeta, Rosario Murillo, a pesar de ser Primera Dama, siga escribiendo poesía. Eso duele, Rosario.

Pero, ya hablando muy en serio, la CELAC es muy importante y debe de ser fortalecida porque si no, nos pasará como en África: te atacan y te matan al vecino, sabes que los cuestionamientos son inventados y que todo es una injusticia, pero te quedas de brazos cruzados.

Es por todo lo anterior que incito, a quienes no lo hayan escuchado, buscar el discurso de Pepe, el gran discurso, luchador de viejas batallas, quien, con su experiencia, nos alerta de que el camino es largo, pero, a la vez, él no sabe si hay atajos. Que sí los hay.  Y elevó a la juventud, a los obreros, a los campesinos, al nivel que deben estar, pues dijo que de nada vale que estemos aquí los presidentes si detrás nuestro no tenemos un pueblo respaldándonos. Ese era Pepe Mújica, de Uruguay y sobreviviente de mil batallas.

Ah, para aquellos/as que pensaban que iba hablar de Pepe Lobo, el de Olancho, no, no, porque su gobierno me debe y me ha dejado en el destierro, entonces se puede ver como asunto personal que no se permite usar los medios para ello. Pero sí, sí le vimos y lamentamos sus palabras, que no discurso, y no sabemos (porque hemos analizado esto en grupo aquí en Nueva York) por qué las momias, algunas negras, que tenía alrededor, no le aconsejaron, ya que la CELAC  tuvo como prioridad la unión latinoamericana, aunque fuera de mentiritas, referirse al gran Francisco Morazán Quesada.

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