Carta aberta para pensadores em Honduras

Por Ricardo Salgado.

Tegucigalpa, 2 de junio de 2011

Estimados Compañeros y Compañeras

Escritores, analistas, poetas, filósofos, sociólogos

Sicólogos, y otros participantes en las redes sociales

Publicas, en internet y otros afines

Estimados, estimadas:

Me temo que, por ignorancia, omití a muchos gremios profesionales o asociaciones, que sin embargo, espero se den por aludidos a lo que expongo en esta nota. Es difícil desde escribir un mensaje concreto desde la subjetividad de nuestras propias limitaciones, con todo esto espero superar mis propias limitaciones y transmitir correctamente lo que quiero expresar.

Hace poco tiempo me llamo poderosamente la atención un dato proporcionado en una reunión social a la que asistía; según el narrador lo que nosotros escribimos aquí en Honduras (hablo de todos nosotros y nosotras), es recibido y leído apenas por el 0.0001% de la población con capacidad para leer. Esto querría decir que una persona en diez mil nos lee. Haciendo análisis rápido, nos damos cuenta que en ese restringido universo nos encontramos nosotros mismos, lo que haría aún más pequeña nuestra capacidad de transmitir consciencia, y poco a poco llegamos a la posición de ser irrelevantes.

Según este dato, nuestra incidencia en el desarrollo histórico de nuestro país tiende a nada, lo que hace que las profundas discusiones que a veces podemos hacer no tienen ninguna trascendencia en la vida del país, dejando la cultura como una reserva espiritual para las elites que pueden entender lo que hacemos. La filosofía, piedra angular del desarrollo de las ideas a lo largo de los siglos, es, en nuestro país, mucho menos importante que los pasquines y las películas de MARVEL, lo que hace que Batman sea más conocido entre las mayorías que Brecht, Mozart, Da Vinci, Platón o Sócrates.

Desde nuestros espacios, cada vez más reducidos, vemos como se desprecia la ciencia, y el análisis concreto de la realidad, y se afinca la idea de que el mas revolucionario es el que más gas toxico contiene, o más marcas de la policía porta. Sin embargo, muchos de nosotros se han mantenido al frente, movilizados sin ser vistos ni reclamar posiciones de ninguna índole. Es evidente que las dirigencias creen que nosotros somos inservibles y no tenemos nada que aportar a la lucha liberadora, en ello podemos encontrar la explicación de muchas apreciaciones absurdas o fantasiosas que le imponen al pueblo, como aquella de que la justicia puede venir de organismos como la OEA, cuyo único precedente en lo que se refiere a la acción es la expulsión de la Cuba socialista, con lo que se respaldó por medio siglo el bloqueo criminal y genocida contra ese pueblo hermano e insigne de América Latina.

Las sociedades han avanzado históricamente impulsados por las ideas que sus hijos han sido capaces de producir; en nuestro caso, lamentablemente, presentamos una severa carencia de aportes y de combatividad de parte nuestra. Los dirigentes han optado por prescindir de nosotros, mientras callamos, y dejamos a la fortuna nuestro papel decisivo como creadores de las ideas que mueven las luchas revolucionarias. Muchos de nosotros estamos organizados, y a menudo optamos por plegarnos a la disciplina orgánica que darle su lugar al razonamiento científico. Todas estas cosas están muy mal, y deben corregirse cuanto antes.

Los espacios de debate no existen, o, lo que es peor, los que debaten, carecen muchas de los elementos básicos para generar el desarrollo dialectico de las ideas hasta conformar cuerpos completos y coherentes de pensamiento. De ese modo, muchos apuntan hoy a la refundación, o a la revolución socialista sin la filosofía requerida, esa a la que Marx llamo Filosofía de la praxis. No podemos seguir conformándonos con la idea de que algún día se hará necesaria nuestra participación; la misma se requiere ahora. Honduras necesita, el socialismo hacia el que pretendemos avanzar no se producirá sin que nosotros demostremos un carácter más militante y combativo.

Aunque las bases políticas e ideológicas que nos han guiado por muchas generaciones nos indican que no debemos contaminar ideológicamente el pensamiento científico, debemos también pensar que este pensamiento debe estar comprometido, al servicio del bien común, y que, por tanto, debe tener una actitud mucho más cercana a la práctica cotidiana, no sólo marchando y siendo reprimidos, sino también en la organización activa y consciente de nuestro pueblo. Es imperativo que nos detengamos por un  momento a pensar que el momento histórico que vivimos no es el producto de fuerzas inaccesibles a nuestro ejercicio cognoscitivo, y comencemos a asumir el rol que nos corresponde en esta lucha revolucionaria, que ni comenzó ni acabo, con algunos pactos o acuerdos. Debemos estar conscientes que la justicia, y la igualdad por la que luchamos no nos será otorgada por la oligarquía que asesino a tantos de nuestros compatriotas. Solo nuestro accionar consciente y nuestra decisión por tomar las riendas del Estado pueden genera las condiciones objetivas y subjetivas para que se imparta la debida justicia, que hoy clamamos, pero esperamos que la traigan desde afuera.

Se acercan momentos muy difíciles que requerirán de reflexiones profundas, y es mejor que las mismas se hagan desde la consciencia colectiva. La derecha acelera su paso hacia una Asamblea Nacional Constituyente; buscan cercarnos en nuestras propias limitaciones. La forma más efectiva para enfrentarnos a las oleadas divisionistas que nos afectan constantemente, radica en la lucha alrededor de ideas y propósitos comunes, los cuales podremos construir únicamente si somos capaces de organizarnos.

Les pido a todos y a todas, organizados en diferentes espacios, que busquemos la posibilidad de encontrarnos en un gran espacio, en el que por principio aceptamos todas las corrientes de pensamiento, anti imperialistas, anti oligárquicas, anti plutocráticas, con definición y convicción democrática, revolucionaria y socialista, y en el que podamos sentar las bases de concretar en un espacio cercano un verdadero brazo de pensamiento, que este siempre en la elaboración, en la construcción, pero que también salga del abstracto a construir el poder del pueblo, no desde abajo, sino desde la consciencia política definida sobre las bases de las necesidades materiales y espirituales fundamentales de cada ciudadano o ciudadana.

Quizá no fue antes, no ha sido hasta ahora, creo que llego la hora de, al menos, considerar esta integración, organización de aquellos que solo llegamos a una diez milésima parte de la consciencia colectiva de los hondureños.

 

Mis abrazos para todos

 

 

 

 

 

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