As falsas janelas de uma retirada


Por Charles-André Udry.

Tradução de Ernesto Herrera – Correspondência de Prensa

Estados Unidos/Iraque

Martes, 31 de agosto 2010, oficialmente, el presidente de los Estados Unidos resuelve “poner fin a las operaciones de combate” en Irak. Obama dijo en esa ocasión: “Es en esta oficina que el presidente Bush anunció el inicio de las operaciones militares en Irak, hace siete años y medio (…) Esta noche, declaro que las misiones americanas de combate han terminado. Es el final de la Operación Libertad en Irak”. El número de soldados se redujo a 50.000. La retirada final se espera – el condicional es de rigor – para 2011.
Las tropas estadounidenses deben permanecer en Irak con la misión, según Barack Obama, de “buscar los restos de Al Qaeda, proteger los servicios americanos y, que los iraquíes hagan progresos políticos para entrenar a las fuerzas de seguridad iraquíes”.
Obama ha insistido menos sobre el desplazamiento de las tropas norteamericanas en Afganistán. La “estrategia de salida” en este país, anunciada en marzo 2009, recibió un perdigón en el ala. Tras el despido en junio 2010, del general Stanley McChrystal y su reemplazo por un veterano de Irak, el general David Petraeus, el general francés Vincent Desportes no duda en afirmar: “La situación nunca ha sido peor. La doctrina contra-insurgente tradicional, tal como la encaró McChrystal en el último año, con un escaso uso de fuego abierto de la fuerza aérea y la artillería para reducir los daños colaterales, no parece funcionar.” (Le Figaro, 8 de julio 2010). El 4 de julio 2010, Petraeus consideraba la situación “muy crítica”.
Basándose en un gobierno fuerte en Kabul, un debilitamiento sustancial del poder militar de los talibanes, y en estrecha colaboración con el ejército paquistaní, está estrategia tiene los pilares podridos. El calendario de la Casa Blanca podría, entonces,  no ser respetado. Las primeras señales ya están en marcha. El pueblo afgano,  conoce los horrores de la guerra de Irak.
En su nueva “oficina Oval”, Obama volvió a reafirmar el compromiso formal con un acuerdo que G.W. Bush había firmado en noviembre 2008, bajo la presión de un callejón sin salida cada vez más tangible: un acuerdo SOFA (Status o Forces Agreement). Es decir, un acuerdo que regula jurídicamente – tras el fracaso de “restaurar la democracia” y la “construcción nacional”, argumentos utilizados desde el siglo XIX para justificar operaciones coloniales – la presencia de las tropas estadounidenses en un país extranjero, en este caso Irak. Obama no inventó nada. Se limitó a ajustar el acuerdo SOFA. Nada histórico.

Una guerra que no terminó
El 23 de agosto 2010, el vicepresidente Joe Biden dijo que ante el Congreso de los “Veterans of Foreign Wars”: ” Ha sido la política, no la guerra, que destruyó Irak”. Joe Biden pone el acento sobre la creación de una “fuerza de seguridad iraquí” de 650.000 hombres, “poniéndose a la cabeza de la defensa y protección del país”.
El 31 de agosto 2010, dentro de los muros del palacio más grande de Saddam Hussein, cubierto con banderas estadounidenses e iraquíes, la administración demócrata organizó la transición de la operación “Libertad para Irak” a la “Operación Nuevo Amanecer”. Sueños.
La “violencia” disminuye según Biden, a pesar de que en “los últimos días los ataques se han multiplicado”. No debemos olvidar que a la primera guerra (ataque aéreo en enero de 1991), le siguió la guerra de 2003 y la ocupación que sumió a Irak en el caos. Cinco meses después de las elecciones de marzo 2010, el gobierno todavía no está instalado. Los “conflictos de influencia” y las luchas entre varias “redes de poder”, dominan sobre un fondo de lucha por el control, directo o indirecto, de los recursos petroleros y también por la obtención de diversas rentas locales o regionales, vinculadas al laberíntico clientelismo. También, hay el desvío de fondos de “asistencia”. El peso cae sobre las sociedades occidentales y también sobre los “líderes” de Irak. El “nuevo amanecer” está lejos. Como escribió  Anthony Cordesman en un estudio realizado por el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (Csis.org), 18 de agosto 2010: “la guerra de Irak no ha terminado, y no se ganado”.
La situación actual es absolutamente diferente, pero esencialmente crítica como en 2003. Bajo el el impacto de: 1) la crisis socio-económica mortífera; 2) esta “guerra civil” de baja intensidad que continúa en medio de una serie de alianzas y enfrentamientos entre los “cacicazgos”, refleja la fragmentación del país y la sociedad; 3) la crisis estructural de liderazgo político; 4) las intervenciones de diversos países (Irán) es mal controlada por los Estados Unidos y sus aliados, desde Arabia Saudita a Turquía; 5) la explotación de yacimientos de petróleo está lejos de su potencial real, por lo que la “renta” está como en el período 2004-2005; 6) el “peligro” para EEUU de que China  tome mañana un lugar prominente en la extracción de petróleo iraquí. De hecho, China ha conseguido un contrato de tres mil millones de dólares en el campo petrolero Ahdab en la provincia de Wasit (sureste) y, en alianza con British Petroleum, la China National Petroleum Corporation ha obtenido otro contrato con el fin de explotar el campo Rumaillah.
Cordesman concluye, en consecuencia, que será necesario un período de 5 a 10 años, al menos, “para lograr una relativa seguridad y estabilidad”.
La “retirada” revela una forma de relaciones públicas. Los 50.000 soldados son rebautizados como “Brigadas de asesoramiento y asistencia”. En la CNN, 22 de agosto 2010, el general Ray Odierno, jefe de las tropas de EE.UU. en Irak, respondió serenamente a la pregunta de si esta “retirada” es el fin de los combates: “No”. Y adelantó la fecha de 2020 para una posible retirada. A “sus” soldados se le añaden decenas de miles “de hombres que garantizan la seguridad” – mercenarios – que están bajo contrato con “empresas de seguridad”. Según el New York Times, 19 de agosto 2010, el Departamento de Estado (Hillary Clinton) tiene previsto duplicar sus propios “guardias privados”, para desarrollar una red de monitoreo, con los radares, vehículos aéreos no tripulados, y las fuerzas de intervención rápida.
Una mirada en el retrovisor
Después de siete años, esta guerra no ha terminado. Va a continuar. Sus formas y procedimientos han cambiado y cambiarán de nuevo. El número de soldados de EE.UU. muertos llega a los 4.416.
El número de iraquíes muertos después de las guerras y sobre todo por sus “efectos colaterales”: más de un millón. Estas cifras deben tenerse en cuenta cuando los medios de comunicación y los analistas hablan de “restaurar la democracia” y luchar “por los derechos humanos.”
Irak ha sido y es un objetivo geoestratégico y así como petrolero de los Estados Unidos. El portavoz del Departamento de Estado, Philip Crowley, Fox News, 19 de agosto 2010, dijo: “Hemos invertido mucho en Irak y debemos hacer todo lo posible para preservar esta inversión para incluir a Irak, con los países vecinos, a fin de lograr una situación más pacífica que sirva a sus intereses, así como a nuestros intereses.”
Con una mirada un poco más histórica, la guerra contra Irak – de hecho contra su pueblo – dura desde 1991. Anteriormente, el régimen dictatorial de Saddam Hussein fue apoyado, masivamente, tanto en lo militar como en lo financiero (créditos de armas, entre otros) por los países imperialistas principales: de los Estados Unidos a Gran Bretaña, pasando por Francia. Apoyo proactivo para permitir que la guerra de ocho años contra Irán, terrible para el pueblo y los soldados. El régimen chií de Jomeini apareció, entonces, como la mayor amenaza a las monarquías petroleras del Golfo, socias de los Estados Unidos. Esta ayuda militar masiva dará lugar a un endeudamiento de Saddam Hussein. La deuda superó a los ingresos petroleros. La nacionalización del petróleo databa de 1973. La renta obtenida no sólo fue mal manejada, sino que se utilizó de acuerdo a los requisitos de un régimen político cada vez más autocrático y dictatorial.
En la actualidad, varios estudios realizados en Irak demuestran que, sin la ayuda concedida por las potencias imperialistas occidentales durante la década de 1980, la posición de Saddam Hussein habría sido mucho más frágil dentro de Irak. El régimen estaba cada vez más aislado.
Finalmente, el arsenal acumulado a través de la ayuda occidental, se convirtió en un argumento de propaganda militar para justificar esta guerra. ¿”No disponía  de armas de destrucción masiva”? Tony Blair lo da a entender en su reciente operación financiera concretada por la publicación de sus memorias: “El Viaje”.
Obama entre el desempleo y la guerra
La representación ofrecida por Obama en la “oficina Oval”, esconde la situación en que se sumergen Afganistán e Irak, Estados Unidos y la administración demócrata. Tiene, tal vez, una carga de propaganda, para ser eficaz – de hecho, muy angustiada – antes de las elecciones de mitad de período, que tendrán lugar el 2 de noviembre 2010. Las mismas se realizarán en un clima de pesimismo económico y aumento del desempleo a largo plazo. El recorte salarial para los que encuentran un nuevo empleo – a menudo precario – se hace notar en toda la prensa económica.
Las encuestas muestran a Obama en el nivel más bajo de popularidad: según la cadena NBC, el 62% de los encuestados cree que Obama se ha embarcado en un camino equivocado en varios campos.
La derecha y las fuerzas de fuera del aparato partidario republicano, construyen un sector más “derechizado” en la opinión pública. Los últimos análisis sociológicos muestran que una quinta parte de los participantes en el movimiento “Tea Party” disponen de un ingreso de 100.000 dólares por año. Sin embargo, un 72% tienen  50.000 dólares. Un ingreso que no es ciertamente el de las capas moderadamente remuneradas de los asalariados en los Estados Unidos. No obstante, en estas capas se encuentran grupos reaccionarios que no pertenecen al estrato superior, para usar una clasificación específica de la sociología estadounidense. En todo caso, ocupan un lugar significativo en la actual dialéctica político-mediática a pocos meses antes de las elecciones.
La confusión causada por la política bipartidista de Obama – concesiones permanentes a nombre de un realismo pragmático – facilita la tarea de diversas fuerzas ultra reaccionarias. Una mayor determinación – aunque sólo sea burguesa semi-keynesiana – es, de hecho, reclamada por las clases populares más afectadas por la crisis social. Por ejemplo, para algunos de quienes se sienten atraídos por los movimientos como “Tea Party”. Las encuestas muestran que algunos de ellos esperan la acción del Estado, al menos a escala de “su estado” (provincia). En lugares como California, por ejemplo, algunas organizaciones de beneficencia han sido desbordadas al multiplicarse por tres o por cuatro el número de personas que se alimentan o se refugian allí. Y no pueden hacer frente a esta situación.

Un país devastado
Para volver a la situación en Irak, todo parece muy complicado, por decir lo menos. Myriam Benraad, investigador del CERI, explica en el sitio Mediapart a propósito de “el fracaso político y militar americano”: “Hay varias dimensiones. Los Estados Unidos, ingenuamente, se apoyaron en las tribus que, en la época, vista la laxitud de la opinión pública ante los abusos de Al-Qaeda, habían tenido cierto éxito. A cambio, fueron armados y financiados pesadamente. A finales de 2008, hubo un intento de transferencia de estas fuerzas en el gobierno, las tribus exigieron unirse a las nuevas fuerzas de seguridad, lo que ha sido muy limitado, con los salarios pagados a cuenta-gotas. Esto llevó a un número de miembros del llamado “consejo de despertar” a unirse a las filas de la insurrección. En algunas provincias de Irak, el consejo no recibió ninguna compensación adicional, y esto por varios meses. A cambio, son pagados Al Qaeda”.
“Al mismo tiempo, el éxito de nuevas fuerzas de seguridad se debe principalmente al apoyo financiero y logístico de los EEUU Sin embargo, desde la transferencia de responsabilidad al seno del gobierno, estas fuerzas no tienen los medios, como se puede ver al examinar el presupuesto aprobado el pasado mes de febrero. También es de suponer que algunas de estas fuerzas se han mantenido cerca de sus antiguas milicias, y no existe un verdadero espíritu de cuerpo”.
“Y luego está el contexto político, con la ausencia de un Estado que funcione con directrices claras. El doble fracaso de los americanos es haber confundido desde el año 2003 el cambio de régimen y la destrucción del Estado iraquí. Todo comenzó temprano, con el desmantelamiento del ejército, las campañas de “des-baazificación”. Siete años más tarde, el Estado no pudo reconstruirse, y la clase política iraquí está totalmente rota, incapaz de recrear un pacto nacional”. La estrategia de los EEUU ha cambiado constantemente, y fue en gran parte coyuntural. Es esa falta de visión desde el 2003 que precipitó el fracaso”.
Se puede discutir el análisis. Pero una cosa es cierta. Myriam Benraad la explica con claridad: “El ciudadano de a pie que vive en la pobreza extrema, no tiene electricidad ni agua corriente. Muchos iraquíes han comprobado que las medidas de 2007-2008, hasta 2009, empeoraron una situación sanitaria catastrófica en algunos lugares, incluyendo brotes de cólera en zonas completamente abandonadas, sin infraestructura. Algunos iraquíes llegan a extrañar la época de Sadam Husein, donde comían hasta saciarse y podían llevar a sus hijos a la escuela sin el riesgo de morir en la calle”. Esto explica, según varios periodistas en Irak, que esta retirada “parcial” de las tropas norteamericanas no ha llamado la atención de los “ciudadanos de a pie” de Irak. La mayoría de la gente tiene otras preocupaciones.
Una sociedad fragmentada
A veces se hacen analogías con el Líbano. Pero este tipo de análisis pasa por alto el hecho de que la “Constitución” de 1941, presentada por Catroux, condujo a la creación de un sistema de “confesionalismo político”. Esto tiene poco que ver con el sistema político que los administradores estadounidenses trataron de imponer en Irak. Más allá de las distintas historias de estos dos países, que simplemente se refieren a: lugar geoestratégico de Irak, sus recursos petroleros, la cuestión kurda, las diversas fuerzas chiítas y sus relaciones más o menos marcadas con Irán. Además, la relación espacial entre las llamadas fuerzas confesionales y las regiones se refiere al control de la riqueza, principalmente el petróleo, pero no sólo. Es el acceso a los puertos (al sur), o a las rutas de exportación. El petróleo de la región de Kirkuk se exporta a Turquía bajo el control del poder regional de Barzani y Talabani. ¡Ellos dicen que quieren hacer de su región un Kuwait iraquí! Sin dejar de mencionar, la configuración actual de los “actores” políticos y económicos a escala regional y mundial, en un momento de cambio de las relaciones de poder económico entre algunos países” emergentes” y “los centros”.
El gobierno de los EEUU después de 2003, trató de aprovechar a los “excluidos” por Saddam Hussein, los kurdos y los chiítas. Ellos representan las tres cuartas partes de la población de Irak. Sobre esta base, la administración norteamericana ha creado un sistema parlamentario – alimentado por los partidos basados en clanes – y por lo tanto en las elecciones. Una prensa relativamente libre existe. Las apariencias democráticas y algunos espacios democrático-burgueses fueron establecidos. Esto abre el camino para una compleja y cambiante serie de alianzas. Como tal, el giro fuerzas bastante brutal de Muqtada al-Sadr [2] a favor de un “sistema parlamentario” y una alianza con Iyad Allawi. Un candidato que ha negociado con anterioridad un acuerdo con Nouri al-Maliki. Ni que decir que estos “partidos clanes-mafia” tienen poco que ver con la “democracia parlamentaria” que proponen Washington y sus aliados. Sobre todo porque el propio funcionamiento de la “democracia parlamentaria” en Europa y los Estados Unidos incluye prácticas – más pulidas y controladas -, clientelares, corruptas, expropiatorias del llamado “poder del pueblo”.
En definitiva, las tribus y clanes suníes, que utilizaron el financiamiento de la ocupación estadounidense, volverán. Ellos serán parte de las diversas operaciones de la policía iraquí, entrenada por los ocupantes (militares o mercenarios).
Sobre la cuestión de la seguridad, presentada como mejor desde 2006-2007, una aclaración es necesaria. En una aglomeración urbana como Bagdad, en los últimos años se ha producido una separación espacial de las “comunidades”, una especie de geografía urbana confesional. Esto reduce el flujo de personas en Bagdad y “promueve” la seguridad, pero al mismo tiempo la fragmentación de la sociedad. Los barrios mixtos se reducen al mínimo. La estadística de los ataques se redujo. Sin embargo, no es el resultado de una mejora política y social. La fragmentación de la sociedad iraquí – con la excepción de los kurdos – va en aumento. Los representantes políticos – que se suceden en el juego parlamentario en la “Zona Verde” ultra-protegida – derivan su influencia de los acuerdos con una multiplicidad de jefes tribales e intereses locales. Un clientelismo que absorbe millones de dólares.
La crisis de liderazgo político en la cúpula es el otro aspecto de esta fragmentación del país. Un país cuya infraestructura está en ruinas, dañadas, destruidas. El barrio de Ciudad Sadr, que agrupa a 2 millones de personas, sigue careciendo esencialmente de agua potable privado y, muy a menudo, de electricidad.
Los Estados Unidos han hecho una campaña de relaciones públicas en la construcción de una planta de tratamiento de aguas residuales en Faluya, una ciudad que fue destruida en 2004. ¡La planta no está terminada y su conexión con las viviendas no está hecha! Sin embargo, la “democracia” ha sido “reconstruida”. No se hace ninguna mención a los efectos de largo plazo (cáncer, niños nacidos con discapacidades severas, etc.) por el bombardeo masivo de la ciudad con munición cargada de uranio empobrecido.
Por lo tanto, se está lejos de lo que el circo mediático presenta como “la partida de las tropas de combate.” Y sin duda, sería un error subestimar lo que el imperialismo norteamericano está listo a invertir – en este período de crisis económica – para el mantenimiento y el desarrollo de su presencia militar bajo diversas formas en toda la región (en un sentido amplio).
Las estimaciones del geógrafo y economista Roger Stern [3] de la Universidad de Princeton sobre el despliegue y costos de mantenimiento de la presencia de los portaaviones norteamericanos en el Golfo Pérsico 1976-2007 da una idea de “el esfuerzo”: ¡3 billones de dólares!
La evolución del gasto militar en los Estados Unidos indica que representaba el 3% del PIB en 1999 y 4,8% en 2008. En dólares constantes, ha aumentado de 377.228 millones de dólares en 2000 a 663.255 en 2009 (octubre-octubre), de acuerdo con la base de datos del respetado Instituto Sueco: SIPRI (Stockholm International Peace Research Institute).

* Economista. Militante del Movimiento Por el Socialismo (MPS) de Suiza. Redactor de La Breche y director de Editions Page deux.

Notas
1. Los campos de petróleo “cruzar” la frontera, bajo tierra! Este es el Rumaillah campo que pudo haber sido “bombeado” desde Kuwait y por lo tanto el control o la partición está en disputa.
2. Ver sobre el desarrollo de este movimiento el trabajo de Patrick Cockburn: Muqtada. Muqtada al-Sadr, el renacimiento chiíta, y la lucha en Irak, Scribner Ed., 2008.
3. Roger Stern, Proyección de costos de la fuerza militar de los EEUU en el Golfo Pérsico 1976-2007, en Ernergy Política, Elsevier, junio 2010.

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