América Latina na sua hora decisiva

hermandadPor Ricardo Arturo Salgado B.

Los países latinoamericanos viven hoy un momento que definirá su historia, al menos, por los siguientes 50 años. La continuidad de los procesos de liberación nacional y construcción de sociedades más nuestras, dependerá en gran medida de estos últimos cuatro meses de 2015. No se trata de una premonición, sino más bien de las posiciones tomadas por la agresión de la derecha continental, que son a todas luces dirigidas desde centros de inteligencia públicos y privados del imperio (muchos critican la utilización de esta palabra, pero no es posible dejarla de lado mientras el enemigo de la humanidad sea el mismo y tenga la misma predisposición frente a nosotros).

 Es más que evidente que llegamos a un punto en el que los procesos integracionistas se encuentran francamente a la defensiva, y, lo que es peor, sin una respuesta continental orgánica frente a la agresión que incluye una monstruosa guerra psicológica de ultima generación, que permite a las grandes maquinas propagandísticas de la derecha manipular amplios sectores de nuestras sociedades. Los medios de comunicación imponen hoy una agenda de saturación que nos identifica con hechos aislados pero no nos deja pasar a la etapa de los acontecimientos.

Casos claros de esto son los eventos que se vienen dando en Venezuela, en Ecuador, Brasil, El Salvador, y en otro sentido, en Guatemala y Honduras, los países de que, estando en control de la derecha más conservadora, están siendo utilizados para generar la impresión colectiva de que la lucha contra la corrupción es la llave hacia la felicidad de los pueblos. Esa imagen está más oculta, pero presente en los países mencionados, donde grupos de la sociedad descargan su ira irracional contra los gobiernos progresistas sin importar lo que han conquistado y lo que pueden perder.

Los medios de comunicación se están comportando como un arma de guerra, en nombre de la libertad de expresión, que hoy día se ha convertido en una camisa de fuerza para evitar que los pueblos se expresen libremente. Es en el campo comunicacional donde se libra una de las batallas decisivas, pues de ellos surgen unidireccionalmente las ideas que prevalecen en los movimientos lanzados contra la izquierda continental. Parece mentira, pero incluso grupos revolucionarios caen en los discursos elaborados finamente desde la derecha.

En Venezuela, la guerra contrarrevolucionaria dura ya un par de años, y ha sido escalada dramáticamente durante el 2015.  Ningún país latinoamericano, a excepción de Cuba, ha avanzado tanto en sus políticas sociales, y ningún pueblo de este continente tiene las ventajas con las que hoy cuentan los venezolanos. Diez y seis años de revolución permitieron crear una estructura social que tiene este país. Sin embargo, mucho esta aun pendiente, especialmente en la parte ideológica en la que el gran enemigo de la revolución sigue siendo el consumismo desenfrenado de toda la sociedad, lo que la hace blanco perfecto para la agresión económica, que hoy, sin ninguna duda, se aplica contra este país sudamericano.

La escasez provocada, la falta de rendimiento productivo, la gigantesca y desproporcionada agresión en el sector cambiario, y la necesidad gubernamental de mantener su política social, son una combinación explosiva, que el gobierno bolivariano no parece controlar todavía. El hecho es que hoy la imagen de la revolución es cuestionada incluso desde sectores afines, en los cuales no parece contarse con la claridad necesaria para entender lo que está en juego, y todo lo que se puede perder. Por demás esta repetir lo catastrófico que sería para todo el continente, pero en especial para el pueblo de Bolívar, un retroceso político en este momento, que impondría de golpe un neoliberalismo mil veces más dañino que aquel que condujo la sociedad al Caracazo.

En Ecuador, la manipulación de algunos grupos disfraza de descontento y desacuerdo, la agresión que claramente tiene fuerte inclinación a una salida violenta. Esta actitud de ciudadanos “cegados” por su cólera frente al gobierno, y las expresiones violentas que se multiplican por momentos, son una muestra de la incapacidad de la derecha para presentar la imagen de inestabilidad y crisis, que es imprescindible para activar los mecanismos para derrocar el gobierno y destruir todos los logros alcanzados hasta la fecha. Aquí, aunque existe una tendencia clara a llamarlos “golpes blandos”, no parece que en Venezuela o en Ecuador la derecha pueda avanzar sin recurrir a la violencia, recurso al que, por otro lado, no renunciara jamás.

En Guatemala, el encarcelamiento de la ex vicepresidenta, y la petición de juicio político para permitir prisión para el presidente Otto Pérez Molina, a solo dos semanas del proceso electoral, nos enfrenta a una realidad cruda: el sistema neoliberal, y la clase dominante han llegado a un consenso con la derecha internacional para un cambio político aparente, en el que algunas figuras serán “sacrificadas” o sus culpas relativizadas. Un triunfo del status quo con cara de limpieza, abanderando la cruzada contra la corrupción, definiendo la política como el mal que destruye las sociedades. Una gran movilización social, en la que la gente se muere de ansias por ver presos a algunos personajes mientras pierde de vista los grandes problemas y al final no es capaz de transformar nada.

En Honduras la situación, un poco más complicada por factores diversos. El gobierno de Juan Orlando Hernández, el más troglodita de los de derecha en el continente, ha sumido al país en un terrible estado de calamidad. Nada es más cómodo para el orden de cosas que mantener elevado el tono de las protestas procedentes de un grupo de ciudadanos indignados, despolitizados, sin “ideología”, incoherente y sin vocación organizativa alguna. Resulta claro que la idea es implantar un nuevo sujeto en el imaginario colectivo, capaz de reemplazar a la resistencia popular, destruir el Frente Nacional de Resistencia Popular al Partido LIBRE y darle un carácter caricaturesco al Golpe de Estado de 2009.

No será extraño que se intensifique la campaña de desprestigio y persecución política contra quienes participan en el proyecto constituyente, especialmente a quienes apoyaron la idea de la consulta popular en 2009.

Hoy suena con fuerza en los medios corporativos el “ultimátum” de los indignados al gobierno de Juan Orlando Hernández, le dan tres semanas para que cumpla con sus demandas. En el mejor de los casos, para el pueblo hondureño, esta es una acción aventurera reflejo de la falta absoluta de sentido del límite. Sin embargo, las consecuencias son incalculables; el gobierno de turno está diseñado para ser absolutamente represivo, posee estructuras de fuego legales, así como grupos paramilitares, esa es una realidad que no puede ignorarse.

Es importante preguntarse ¿p
or qué ni en Guatemala ni en Honduras, con las estructuras represivas más feroces del continente, no han reprimido a las marchas de indignados? ¿Sera porque ahora somos más civilizados? ¿Por qué el gobierno norteamericano ha reconocido inmediatamente a los movimientos anti gubernamentales, algo que no hizo jamás en su historia?

En cualquier caso, los rasgos característicos de la turbulencia social en estos países sigue un patrón similar, demasiado estandarizado para ser casual. La manipulación de las masas, la explosión de las emociones, el engaño frente a la realidad, el distanciamiento de la política, la satanización de la ideología, la acción intensiva de ONG y grupos religiosos, todo es tan consistente que la tesis del efecto dominó y el advenimiento de una nueva es absolutamente cuestionable.

Honduras y Guatemala están siendo utilizadas como la fuente del “ejemplo” que se invocara para justificar y legitimar las acciones por venir en el cortísimo plazo en otros países de la región. Esto en si es un reto para todos; es preciso entender que ahora no solo buscan destruir nuestros procesos revolucionarios, sino imponernos sujetos históricos inocuos que nos han de aportar una nueva historia, nuevos héroes, y nos preparan para los horrores de este neoliberalismo que hoy es más feroz y audaz que nunca.

Ricardo Arturo Salgado B. es Secretario de Relaciones Internacionales del Partido Libertad y Refundación, LIBRE, de Honduras.

Imagem: Irmandade latino-americana. Arquivo

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