Alimentos envenenam crianças

Por Frei Betto.

(Português/Español).

“As crianças de todas as regiões das Américas estão sujeitas à publicidade invasiva e implacável de alimentos de baixo ou nenhum valor nutricional, ricos em gordura, açúcar ou sal”, constata pesquisa da Organização Pan-Americana da Saúde (2012).

Basta olhar em volta para verificar que nossas crianças (com menos de 16 anos de idade) apresentam elevada taxa de obesidade e doenças crônicas relacionadas à nutrição, como diabetes e distúrbios cardiovasculares.

Um dos fatores que mais influenciam maus hábitos alimentares nesta faixa etária é a publicidade de produtos de baixo valor nutritivo, como cereais matinais já adoçados, refrigerantes, doces, sorvetes, salgadinhos e fast food. Eles “enchem” a barriga, trazem sensação de saciedade sem, no entanto, suprir as necessidades nutricionais básicas.

Resolução da Organização Mundial da Saúde, de maio de 2010, instou os governos a se esforçarem por restringir a promoção e a publicidade de alimentos para crianças.

O mais poderoso veículo de promoção de alimentos nocivos é a TV. Expostas excessivamente a ela, as crianças tendem a querer consumir as marcas ali anunciadas. Em geral, a propaganda cria vínculos emocionais entre o produto e o consumidor, e envolve brindes, concursos e competições.

Sob o pretexto de atividades filantrópicas nas escolas, empresas de alimentos não saudáveis aumentam seu poder de domesticação. Pesquisas brasileiras indicam que assistir TV por mais de duas horas por dia influi no aumento do índice de massa corporal em meninos.

Relatório de agência de pesquisa de mercado aponta que, no Brasil, na Argentina e no México, 75% das mães com filhos de 3 a 9 anos acreditam que a publicidade influencia os pedidos das crianças na compra de alimentos (no Brasil, 83%).

No Reino Unido, é proibida na TV a publicidade de alimentos não saudáveis. A Irlanda limita a presença de celebridades nesses anúncios e exige o uso de advertências. A Espanha desenvolveu um código autorregulatório e restringe o uso de celebridades e a distribuição de produtos no mercado.

Segundo relatório do Ministério da Saúde (2008), durante um ano, no Brasil, mais de 4 mil comerciais de alimentos foram veiculados na TV e em revistas, dos quais 72% referiam-se a alimentos não saudáveis.

No Brasil, regulamentação vigente obriga colocar advertências nos comerciais de alimentos, embora a Abia, principal associação da indústria de alimentação do país, se recuse a fazê-lo. Ela obteve liminar garantindo a não aplicação das novas regras e a decisão final depende agora da Justiça.

É preciso, pois, que famílias e escolas se dediquem à educação nutricional das crianças. Peças publicitárias devem ser projetadas em salas de aula e debatidas. Cria-se, assim, distanciamento crítico frente ao produto e melhor discernimento por parte dos consumidores.

Em São Paulo, alunos projetaram em sala de aula propagandas gravadas em casa. Após debaterem as peças publicitárias, decidiram adquirir determinada marca de iogurte. Remetido o conteúdo à análise clínica, constatou-se não conferir com as indicações contidas na embalagem. Assim, os alunos aprenderam o que significa propaganda enganosa.

A Organização Pan-Americana da Saúde recomenda que sejam anunciados, sem restrição, os alimentos naturais, aqueles nos quais não há adição de adoçantes, açúcar, sal ou gordura. São eles: frutas, legumes, grãos integrais, laticínios sem gordura ou com baixo teor, peixes, carnes, ovos, frutas secas, sementes e favas. No caso de bebidas, água potável.

Eis o dilema: enquanto famílias e escolas querem formar cidadãos, a publicidade investe na ampliação do consumismo. A ponto de, no Brasil, se admitir o uso de celebridades, como atletas, na propaganda de alimentos não saudáveis e obviamente nocivos, como bebidas alcoólicas.

É preocupante constatar que, em nosso país, o alcoolismo se inicia por volta dos 12 anos, e aumenta a ingestão de vodca na faixa etária inferior a 16 anos.

A fiscalização em bares e restaurantes é precária, e padarias e supermercados vendem, quase sem restrição, bebidas alcoólicas a menores de idade.

Mas, o que esperar de uma família ou escola que oferece na mesa e na cantina os mesmos produtos nocivos vendidos pelo camelô da esquina?

Essa é a crônica de graves enfermidades anunciadas.

Alimentos que envenenan niños

Por Frei Betto.

“Los niños de todas las regiones de las Américas están expuestos a la publicidad invasiva e implacable de alimentos de bajo o de ningún valor nutricional, ricos en grasa, azúcar o sal”, constata una investigación de la Organización Panamericana de la Salud (2012).

Basta con mirar a nuestro alrededor para verificar que nuestros niños (menores de 16 años) presentan una elevada tasa de obesidad y dolencias crónicas relacionadas con la nutrición, como la diabetes y problemas cardiovasculares.

Uno de los factores que más influyen en los malos hábitos alimenticios en esta franja etaria es la publicidad de productos de bajo valor nutritivo, tales como cereales para el desayuno ya azucarados, dulces, helados, sodas y otros productos salados, así como comida basura… que “llenan” la barriga y dan la sensación de saciedad, pero que no suplen las necesidades nutricionales básicas.

Una resolución de la Organización Mundial de la Salud, de mayo del 2010, instó a los gobiernos a esforzarse por restringir la promoción y la publicidad de alimentos para niños.

El mayor vehículo de promoción de alimentos nocivos es la televisión. Expuestos excesivamente a ella, los niños tienden a querer consumir las marcas que anuncian en ella. En general la propaganda crea vínculos emocionales entre el producto y el consumidor, e incluye regalos, concursos y competiciones.

Con el pretexto de actividades filantrópicas en las escuelas, las empresas de alimentos no saludables aumentan su poder de domesticación. Investigaciones brasileñas indican que estar ante la tele más de dos horas diarias influye en el aumento del índice de masa corporal en los niños. Y un informe de una agencia de encuestas de mercado señala que en el Brasil, en Argentina y en México el 75 % de las madres con hijos de 3 a 9 años opinan que la publicidad influye en las peticiones de los niños en la compra de alimentos (en el Brasil hasta un 83 %).

En el Reino Unido está prohibida en la televisión la propaganda de alimentos no saludables. Irlanda limita la presencia de celebridades en dicho tipo de anuncios y exige el uso de notas explicativas. España desarrolló un código autorregulatorio y restringe la utilización de celebridades y la distribución de productos en el mercado. Según un informe del Ministerio de Salud (2008), durante un año, en el Brasil, más de cuatro mil comerciales de alimentos fueron pasados en televisión y en revistas, de los cuales el 72 % se referían a alimentos no saludables.

En el Brasil la reglamentación vigente obliga a colocar advertencias en los comerciales de alimentos, aunque Abia, el principal consorcio industrial de alimentación del país, se rehúse a cumplirla. Esa empresa obtuvo un laudo garantizando la no aplicación de las nuevas reglas, por lo que la decisión final depende ahora de la Justicia.

Es necesario, pues, que las familias y las escuelas dediquen esfuerzos a la educación nutricional de los niños. Por ejemplo exhibiendo anuncios comerciales en las aulas y debatiendo sobre ellos. De esa forma se crearía un distanciamiento crítico ante el producto y un mayor discernimiento por parte de los consumidores.

En São Paulo algunos alumnos proyectaron en la clase anuncios publicitarios grabados en sus casas. Después de debatir sobre ellos decidieron adquirir una determinada marca de yogur. Una vez analizado su contenido con análisis clínico se constató que no correspondía con las indicaciones expuestas en el envase. De ese modo los alumnos aprendieron lo que significa una propaganda engañosa.

La Organización Panamericana de la Salud recomienda que sean anunciados sin restricción los alimentos naturales, los que no llevan edulcorantes, azúcar, sal o grasa, tales como: frutas, vegetales, granos integrales, lácteos sin grasa o con bajo contenido, pescado, carnes, huevos, frutos secos, semillas… Y en cuanto a bebidas, el agua potable.

Aquí está el dilema: mientras que las familias y las escuelas quieren formar ciudadanos, la publicidad se empeña en la ampliación del consumismo. Hasta el punto de que en el Brasil se admite la presencia de celebridades, como atletas, en la propaganda de alimentos no saludables y obviamente nocivos, como las bebidas alcohólicas.

Es preocupante constatar que en nuestro país el alcoholismo se inicia hacia los 12 años y aumenta el consumo de vodka en la franja etaria inferior a los 16 años. La fiscalización en bares y restaurantes es precaria, y las panaderías y supermercados venden, casi sin restricción, bebidas alcohólicas a los menores de edad.

Entonces ¿qué se va a esperar de una familia o escuela que ofrece en la mesa y en la cantina los mismos productos nocivos que vende el tendero de la esquina?

Ésa es la crónica de las graves enfermedades anunciadas.

Fuente: Cubadebate.cu

Imagem: http://www.clinlife.com.br

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